En pleno aumento de tensiones internacionales, Occidente continúa con su esfuerzo de encontrar una solución diplomática a la concentración de tropas rusas en la frontera con Ucrania. El presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Moscú este lunes para reunirse con su homologo ruso, Vladimir Putin, en un intento de iniciar una desescalada entorno a la crisis en Ucrania.
El mandatario francés, quien aspira a llenar el vacío que dejó Ángela Merkel en Europa, es el primer líder occidental de alto perfil que se reúne con el presidente ruso desde diciembre. Sin embargo, las imágenes que surgieron del Kremlin entre ambos dirigentes, sentados en extremos opuestos de una mesa larga, fueron una muestra física de la frialdad que atraviesan las relaciones entre Rusia y la Unión Europea.
En su primera visita al exterior, el canciller alemán, Olaf Scholz, a quien se le atribuye cierta complacencia ante Moscú, sostuvo un encuentro ayer con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca para reafirmar su compromiso de hacer frente ante una posible invasión rusa en Ucrania. La reunión le dio la oportunidad a Scholz de despejar las dudas sobre la postura de Alemania frente a la crisis ucraniana, ya que ha enfrentado críticas al interior de su país y con los aliados de la OTAN por la falta de voluntad de Alemania de entregar armas a las fuerzas ucranianas, y por no hacer declaraciones lo suficientemente contundentes sobre lo que se considera la peor crisis europea desde la Guerra Fría. El mandatario estadunidense advirtió que una invasión rusa resultaría en la cancelación del gasoducto Nord Stream 2, que suministraría gas natural de Moscú a Berlín.
A pesar de la cantidad de reuniones y conferencias de prensa que se han realizado entre distintos mandatarios para demostrar que están haciendo todo para encontrar una solución diplomática con Rusia, no parece que estén logrando grandes avances. Moscú niega que quiere invadir a su vecino, y exige garantías de seguridad a la OTAN de que no expandirá su poderío a Europa del Este, algo que la Alianza se ha querido conceder.
Las amenazas de la OTAN al Kremlin, como una mayor presencia militar en Europa del Este y la imposición de sanciones económicas severas en caso de una invasión de Ucrania, han empoderado al dirigente ruso. En la antesala de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, Putin se reunió con Xi Jinping y consiguió el apoyo incondicional de China para enfrentar las presiones financieras y militares de Occidente.
Los miembros de la OTAN no deben de subestimar al mandatario ruso, quien ha preparado a la economía rusa para resistir la presión financiera de Occidente. Putin ha reducido el uso de dólares, ha acumulado enormes reservas de divisas, reorientó el comercio para reemplazar las importaciones occidentales, y recortó su presupuesto para mantener su economía. En la reunión con Xi, alcanzó un acuerdo millonario para que las grandes petroleras rusas, Gazprom y Rosneft, puedan suministrar gas y petróleo a China, lo que representa otra oportunidad para que diversifique sus exportaciones y reduzca su dependencia de Occidente. La historia demuestra que las sanciones no siempre funcionan y tardan en afectar la economía de un país.
Las acciones de Occidente tampoco han frenado el aumento de tropas rusas. El Pentágono advirtió que Moscú ya concentra al menos el 70% de su fuerza militar en la frontera con su vecino, lo que le permite a Putin avanzar con una potencial invasión a gran escala de Ucrania en cualquier momento. Por otro lado, los reflectores que ha conseguido Rusia con la visita de líderes mundiales le dan el argumento perfecto a Putin para convencer a sus ciudadanos que ha posicionado al país como una hegemonía regional en ascenso dentro del sistema internacional.
POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED
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