COLUMNA INVITADA

Rusia y Ucrania: ¿dónde nos encontramos?

Por un lado, el interés de Rusia radica en frenar las negociaciones que sostiene Kiev para entrar a la OTAN. Ucrania es el país más extenso de Europa, y su ingreso al bloque crearía una nueva y amplísima frontera de “occidente” a las puertas de Moscú

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ucrania se encuentra justo en el cruce geográfico y cultural entre la Unión Europea y Rusia; esta particularidad la coloca en medio de una batalla por zonas de influencia y equilibrios de seguridad entre los dos grandes bloques que se forjaron desde la guerra fría: la OTAN –es decir buena parte de Europa, Canadá y Estados Unidos– y Rusia misma.  

Estas tensiones han llegado a episodios violentos. En 2014, Moscú anexó la península de Crimea, hasta entonces ucraniana. Desde hace unos meses el conflicto ha revivido y escalado al punto de que varios especialistas y fuentes de inteligencia hablan de la posibilidad de un intento de invasión rusa a Ucrania –al menos a su parte oriental. Esto supondría el movimiento más brusco en el orden geopolítico europeo desde la caída del muro de Berlín y obligaría a una revisión de fondo a la estrategia de seguridad de Estados Unidos. 

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Para entender el rompecabezas de esta crisis vale la pena alejarse de versiones maniqueas y hasta caricaturizadas. Más que un tema de fobias o filias, es un asunto sobre geopolítica, en el que más que intentos expansionistas hay un interés de ambas partes por mantener esferas de influencia con propósitos fundamentalmente defensivos. En teoría de las relaciones internacionales, convendría leerlo como balance de poder, desde una posición de realismo. 

Por un lado, el interés de Rusia radica en frenar las negociaciones que sostiene Kiev para entrar a la OTAN. Ucrania es el país más extenso de Europa, y su ingreso al bloque crearía una nueva y amplísima frontera de “occidente” a las puertas de Moscú. Además, como ha apuntado Anne Applebaum en The Atlantic, la posibilidad de una Ucrania cada vez más democrática, próspera y liberal como vecina supone un reto político e ideológico al régimen ruso, sobre todo de cara a su población más informada y a las nuevas generaciones. 

Por el otro lado, la posición de Estados Unidos es clásica, en el sentido estratégico. Apuesta por la contención de Rusia en Europa del Este y el apoyo a sus aliados europeos agrupados bajo el paraguas de seguridad de la OTAN. En ello, se juega tanto la política de seguridad europea como la credibilidad estadounidense como líder del orden global liberal. Esto último, el liderazgo americano en el plano global, es algo que la administración de Joe Biden ha buscado retomar como una prioridad.  

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Sin embargo, no es claro que, más allá de sanciones económicas –si bien más fuertes que las anteriores– Estados Unidos quiera comprometerse en una guerra para defender Ucrania. Aunque también hay que decirlo, es probable que la movilización de tropas rusas sea más un acto de fuerza para obligar a que haya negociaciones más que una verdadera intención de invadir.  

En el escenario el tercer actor, como ocurrió en la etapa de la destrucción mutuamente asegurada de la conflagración nuclear, el teatro de las hostilidades convencionales sería Europa. Ante la dependencia europea actual del gas ruso y la falta de capacidades militares autónomas suficientes, el bloque europeo ha de hacer política para afirmar sus intereses y su seguridad. 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

SENADORA DE LA REPÚBLICA

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