UN MONTÓN DE PLATA

El metaverso fallido del presidente

AMLO ha construido su metaverso mexicano: un universo paralelo que funciona como un videojuego en el que se participa bajo sus reglas

OPINIÓN

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Carlos Mota / Un Montón de Plata / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como si fuera un espacio digital inmersivo lleno de seres de una especie que él controla a placer; un lugar que incluye organizaciones que sólo existen en esa realidad paralela; así como leyes que aplican a discreción del gobernante de esa nación digital alternativa, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha construido su metaverso mexicano: un universo paralelo que funciona como un videojuego en el que se participa bajo sus reglas y con sus personajes. 

Para ingresar en el metaverso del Presidente es necesaria fe en la austeridad, y es requisito la franciscana idea de que todos necesitamos poco. 

Es un espacio que exige pasaporte de estoicismo a los trabajadores del gobierno digital. Un lugar donde deja de importar lo que uno cree, para dar paso al dogma del programador.

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En el metaverso de AMLO los contratos de negocio son maleables, independientemente de las condiciones en las que fueron concebidos en las versiones anteriores. 

Ahí, montones de participantes pueden revertir decisiones estratégicas con sólo hacer millones de clicks en “me gusta” o “me disgusta”, una metodología simple y popular para construir o destruir parcelas digitales previamente edificadas con píxeles seleccionados en ediciones anteriores. Se llama democracia digital participativa. 

Este metaverso tiene su criptomoneda: un token moral que resulta abrasivo en las manos de un hacker; pero cuyos registros digitales son guardados celosamente por la autoridad fiscal y por la policía cibernética centralizada. 

El Presidente ha prometido la luna y las estrellas a los habitantes de su metaverso. Pero un reciente virus cibernético infectó a una amplia proporción de los jugadores, quitándoles “vidas” y dejándoles estancados con muy poca posibilidad de ganar premios. 

Como consuelo les queda reclamar justicia en instancias de menor rango, cuando les falten recursos o carezcan de seguridad de tal forma que su permanencia en el metaverso esté totalmente comprometida. No todos tienen suerte. 

Un ciberataque reciente llamado Sociedad Civil desestabilizó el sistema y puso en jaque la continuidad del metaverso presidencial.

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Un “Space” colectivo organizado espontáneamente por miles de jugadores arrebató el poder discursivo al programador central, generando una cadena segura de legitimidad para los miembros del colectivo que manifestaron su inconformidad con el gobierno digital. El Presidente los califica de piratas cibernéticos; pero sus contribuciones, registradas a manera de token no fungible, han sido minadas de manera inviolable y exitosa por el sistema. 

El metaverso presidencial tuvo una falla de origen: se concibió centralizado. Ahora los participantes redescubrieron su propio poder con una Organización Autónoma Descentralizada que ya están constituyendo. Y será muy distinta de aquel metaverso.

POR CARLOS MOTA
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