El asesinato de Lourdes Maldonado, ocurrido el pasado 23 de enero en Tijuana, no sólo ha provocado rabia e indignación en la prensa libre e independiente, también está marcando un récord de personas dedicadas al ejercicio del periodismo que han sido asesinadas en un solo sexenio.
Hoy día, ejercer el periodismo en México se ha convertido en la profesión de más alto riesgo. Desde que comenzó el gobierno del presidente López Obrador se ha dado una persecución despiadada y cruel contra la prensa libre e independiente. Se han tratado de acallar las voces críticas, se ha presionado para cerrar espacios en los medios, y desde que se inauguró la sección de la mañanera titulada “Quién es quién en las mentiras” se ha suscitado una auténtica guerra contra el pensamiento crítico y contra quienes, sin temor ni temblor, se han atrevido a denunciar las sistemáticas mentiras presidenciales y los burdos errores gubernamentales.
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Todas las mañanas, desde el púlpito palaciego, se alimentan el odio y el rencor, se calumnia a quienes disienten y se criminaliza a quienes están comprometidos con la veracidad y la objetividad. Tres periodistas asesinados en lo que va del año es una cifra alarmante, pero más lo es aún la cifra escalofriante de más de 50 personas dedicadas al noble y vital ejercicio del periodismo que en tres años han sido asesinadas
El asedio sistemático a la prensa nos aleja, día a día, del concierto de las naciones libres, democráticas y progresistas, y nos acerca a la nómina de naciones en las que la represión cotidiana, el autoritarismo y la concentración del poder, edifican el camino hacia la dictadura, principal enemiga del pensamiento libe y crítico. Un periodista asesinado cada tres semanas en este sexenio es una cifra escalofriante, que da cuenta de un gobierno que le ha dado la espalda a todas aquellas personas que no piensan como el presidente.
Hoy, la crítica y el disenso están a un paso de ser criminalizados. Esto no puede continuar así. El asesinato de una sola periodista no es sólo un atentado contra la libertad de expresión y un triste intento de acallar la crítica, es un golpe directo a nuestra democracia. Desde que nació la democracia en Atenas, se ha conformado un binomio virtuoso entre las libertades, de la cual la más valiosa es la de expresión y pensamiento, y un régimen en el que se promueve la crítica y se valora el disenso.
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La prensa libre y robusta, la academia independiente y el espacio de la opinión pública conforman una triada virtuosa que le da vitalidad y fuerza a toda democracia. Si el periodismo está en riesgo, la democracia, las libertades y la paz también. Ha llegado el momento de poner un alto al atropello y a la barbarie, no hacerlo sería una grave omisión histórica y un artero crimen contra la prensa.
Senadora Gina Andrea Cruz Blackledge
Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte en el Senado de la República
Twitter: @GinaCruzBC
MAAZ