Nunca antes se había cuestionado libre y públicamente a la figura presidencial como ahora. Descalificándole, incluso, con adjetivos verdaderamente impensables en otras épocas. Yo quiero imaginarme ¿qué hubiera pasado en el minuto posterior a que alguno de estos periodistas de megasueldo le hubieran llamado El Cacas a Calderón Hinojosa?, ¿pueden siquiera imaginarlo? ¡Era imposible!
Con El Borolas nomás perdías la chamba, pero en épocas del salinato y para atrás, no hubiera sido extraño que se acercara misteriosamente un auto a tu salida de la chamba, te “invitara amablemente” a dar un paseo y después de una madrina te fueran a aventar casi muerto o de plano desaparecerte en algún campo militar.
En serio, a nivel Presidencia nunca se había vivido en este país tanta libertad de expresión. Ahora bien, las cosas se ponen medio turbias y malolientes cuando hablamos de otros niveles de gobierno: presidentes municipales, gobernadores, algunas organizaciones policiales, etc.
Y por ello, cito la postura de Jesús Ramirez, que aclara cómo el Presidente no sólo está haciendo uso de su derecho de réplica, sino que (dice textual): “Quienes se dicen atacados y perseguidos al ser exhibidos por promocionar noticias falsas o defender intereses políticos y económicos no pueden alegar censura. El pueblo mexicano tiene derecho a saber la postura del Presidente sobre los temas de interés público. Es un tema de interés público conocer los ingresos de medios y comunicadores que reciben recursos públicos o de fundaciones extranjeras”.
¿Y a qué viene esto de las fundaciones extranjeras?. Facilito. Esa monserga de que “para salir adelante de la pobreza y lograr además la paz mundial, Estados Unidos es primordial”, es sustentada por muchas organizaciones como la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), que, amén de auspiciar a la dizque ONG de Claudio X. González, quien a su vez mantiene a golpeadores sistemáticos de la 4T como Loret… pues ha sido estudiada al cansancio por periodistas, entre los que destacan: Jean Guy Allard y Eva Golinger.
Ellos han explicado claramente cómo esta organización (que interfiere en más de 80 países) pone palomita a los aliados del neoliberalismo gringo y tacha a los “mal portados” antiyanquis. Y como aclara José Steinleger, “documentos desclasificados de la CIA demuestran que millones de dólares de su presupuesto son manejados en operaciones coordinadas por agencias clandestinas”, como la propia USAID.
De qué serán capaces, que hasta la CIA tuvo que clausurar una división de USAID, que entrenaba, financiaba y armaba a más de un millón de supuestos policías en Latinoamérica. Pura “contrainsurgencia”.
Ahora entienden por qué es necesario saber de dónde le cae el dinero a quienes atacan furiosos este proyecto de nación, allá desde sus limbos mediáticos, tratando de desestabilizar con mensajes sin sustento como armas.
POR FERNANDA TAPIA
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