COLUMNA INVITADA

China y Rusia, una alianza renovada

Desde que Rusia enfrenta sanciones económicas tras la anexión de Crimea, en 2014, China ha sido un notable aliado, tanto en términos económicos (por medio de la compra de gas) como en foros diplomáticos

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El 14 de febrero de 1950, Mao Zedong y Joseph Stalin, líderes de la República Popular China y la Unión Soviética respectivamente, firmaron el Tratado de Amistad, Alianza y Asistencia Mutua sino-soviético. El documento señalaba el inicio de relaciones más estables y estrechas. Esto hizo saltar las alertas del llamado “mundo libre”, en medio del recrudecimiento de las tensiones entre el bloque comunista y Occidente. Hoy, 72 años después, Rusia y China emiten otra declaración sobre una ‘nueva era’ en las relaciones internacionales. ¿Qué significa esto?

La declaración conjunta, hecha pública el 4 de febrero de este año, durante la visita de Vladimir Putin a Beijing para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno supone, sobre todo, un claro respaldo de China en momentos cuando Rusia está bajo presión internacional, en parte, por el conflicto en Ucrania, pero en general ante la escalada de tensiones con la Alianza Atlántica. En la declaración se arguye, entre otras cosas, que las fuerzas militares europeas y asiáticas son “desestabilizadoras”, al tiempo que rechazan cualquier intento de expansión de la OTAN. Es, pues, un cierre de filas entre las dos potencias con regímenes liberales más importantes del mundo.

Vale la pena notar que este acercamiento no es nuevo. Desde que Rusia enfrenta sanciones económicas tras la anexión de Crimea, en 2014, China ha sido un notable aliado, tanto en términos económicos (por medio de la compra de gas) como en foros diplomáticos.

Algunos analistas sostienen que esto se explica por afinidades ideológicas. En este sentido, más que de derechas o izquierdas, la batalla del siglo XXI es entre las democracias liberales tal como se entienden en Occidente, y estos otros modelos alternativos, que aceptan el capitalismo, pero bajo un férreo control estatal, cuestionan muchos de los valores liberales (entre ellos, la libertad de expresión y los derechos humanos) y entienden la democracia de forma acotada, donde el individuo está permanentemente sometido a la colectividad. A cambio, presumen garantizar orden y prosperidad —el ejemplo más claro es quizá el enorme financiamiento en infraestructura que hace China a diversos países mediante su proyecto Belt and Road—, si bien esto es cuestionable.

Está también la explicación desde una perspectiva realista de las relaciones internacionales, es decir, aquella que, más que coincidencias ideológicas, apunta a los factores de poder. Entre Putin y Xi Jinping hay una confluencia de intereses geopolíticos y económicos frente a Occidente (Europa, Estados Unidos, Japón y demás aliados). El incentivo de aliarse sería, por un lado, frenar la expansión militar occidental en sus respectivas zonas de influencia, y por el otro, expandir su propio poder. Es, pues, oponer un bloque frente a otro para balancear el poder relativo.

Tanto para Rusia como para China, este acercamiento podría significar la posible formalización de una alianza de largo aliento. Asunto que no es menor, pues ya empiezan a verse sus efectos y el fuerte atractivo que representa. Tan solo hace algunos días presenciamos el encuentro del mandatario argentino, Alberto Fernández, con Putin y Xi Jinping durante su gira por Rusia y China. ¿Será el inicio de la conformación de otro bloque?

POR CLAUDIA RUÍZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA
@RUIZMASSIEU

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