CLARABOYA

Pausa a la política exterior

No es ninguna novedad que la política internacional para el presidente Andrés Manuel López Obrador no es una prioridad

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No es ninguna novedad que la política internacional para el presidente Andrés Manuel López Obrador no es una prioridad. Desde sus candidaturas presidenciales asumió dichos como que “la mejor política exterior es la interior”, reconociendo los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, lo cual en el papel podría interpretarse como meticuloso o loable. Sin embargo, la verdadera política exterior mexicana se ha visto afectada por los dichos y ocurrencias de un presidente que desconoce de protocolos y tradiciones diplomáticas que, si bien podrían no ser de interés personal, es necesario cumplir y preservar como parte del importante rol que juega México en la comunidad internacional, particularmente con sus aliados estratégicos globales.

Hace unos días, como parte de su discurso diario anti empresarial cargado de referencias históricas a modo, culpó nuevamente a las empresas españolas por sostener negocios ventajistas y lucrar con los recursos nacionales, hasta ese momento nada novedoso, sino hasta que consideró oportuno “poner pausa” en las relaciones con España argumentando que no era buena la relación, que ve prudente tardarse en normalizar la situación por una “promiscuidad económica-política” en la cúpula de los gobiernos, entre otras aseveraciones.

Por supuesto, la reacción nacional e internacional ante estos comentarios no se hizo esperar. Las autoridades españolas destacaron los profundos lazos históricos, culturales y comerciales que ubican al país peninsular como el segundo inversor internacional en México y que no hay una acción oficial que pueda justificar una acción de este tipo, pero sí pidieron una explicación al respecto.

Ante esta situación, el presidente luego salió a aclarar su dicho sin medir el impacto que este tipo de acciones tienen sobre las relaciones internacionales que, si bien a él no le importan, sí requieren de atención prioritaria e inteligencia política.

Lo anterior puede ser como una estrategia para desviar la atención a cuestionamientos por un posible conflicto de interés de sus familiares en la asignación de contratos del Estado, como ya se ha convertido en una costumbre dentro de un mandato con una exposición mediática interminable. No obstante, eso no justifica la precariedad con la que se han conducido las decisiones de política externa recientes. Ejemplo de ellos, la asignación de funcionarios que hace en el Servicio Exterior Mexicano, en donde el caso del candidato a ocupar la embajada de Panamá fue públicamente rechazado antes de ser oficialmente propuesto, nuevamente como un error de estas malas prácticas que se repiten incesantemente.

Dichas prácticas han generado focos de tensión diplomática que de una u otra forma afectan la percepción de México hacia el exterior, como se vio con la falta de disposición de reconocer la victoria de Biden a la presidencia de los EE. UU., así como la defensa de Trump ante la interrupción de sus cuentas de redes sociales por compartir información falsa e incitar a la violencia y, más recientemente, las críticas por los comentarios hechos por el embajador Salazar al defender los intereses estadounidenses ante la posible violación de acuerdos internacionales adquiridos por México.

Se ha adoptado una práctica simplona e improvisada de hacer política exterior, de ir corrigiendo sobre la marcha conforme se van afectando los vínculos de México con la comunidad internacional, a expensas de oportunidades perdidas y el bien mayor.

POR AZUL ETCHEVERRY
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@AZULETCHEVERRY

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