MALOS MODOS

“Es Claudia”

Evitas apenas que el extorsionador te meta un tiro. “Fue una semana mala

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Evitas apenas que el extorsionador te meta un tiro. “Fue una semana mala. Con el Mundial la gente no está comprando zapatos. Me emparejo la que viene”, suplicas y ves con un alivio inexpresable cómo vuelve a guardar la 9 mm, luego de darte un cachazo leve en la frente.

Controlada la hemorragia, decides cerrar temprano e irte a ver el partido de la una. “Qué chingados”, te dices. “De todas maneras no va a venir nadie. Ya mañana vemos”. Libras la primera coladera sin tapa, donde, descubres, descansa el cadáver de un perro.

Con la segunda, la historia es muy distinta. Te distrae esa barda misteriosa en la que se lee “Este 27, celebremos con nuestro presidente”. “Al AMLO lo dibujaron sin panza. Parece George Clooney”, alcanzas a decirte con perplejidad antes de que la pierna derecha entre completa al boquete. El golpe son en realidad dos: te dobla un machetazo en las costillas con el filo de la coladera, mientras la tabla que alguien atravesó en el agujero, a manera quién sabe si de puente o de advertencia, se rompe y te golpea la cabeza, con el resultado de que el cachazo se vuelve a abrir.

Pero nada te va a detener. Te da fuerzas la imagen de tu persona apoltronada frente a la tele, con Brasil dando cátedra y el caguamón que duerme la mano de tan frío. Caminas hacia el metro con el hilo de sangre que te quema el ojo, cuando sientes el mareo. Te despierta el dueño de la lonchería con un trapo mojado y un vaso de leche. “Es por los cilindros, joven. Hay que tener cuidado. Los del Gas Bienestar no supieron dónde guardarlos cuando cerraron la empresa y los metieron al almacén del metro.

Van varios desmayados y dicen que cualquier día explotan. ¿No siente el olor?”.

Todavía mareado, entras al metro. Diez estaciones, un microbús y listo: a ver si Richarlison mete otro gol de tijera. Sin embargo, no fue esa la última piedra en el camino. Primero, el vendedor que amenaza a los policías del metro con un cebollero desaparece en una nube de polvo. Luego, la multitud que corre hacia ti. “¡Se cayó el techo del andén!”, grita una mujer. Milagrosamente, logras esquivar la estampida y, decidido, caminas hasta la siguiente estación. El fut es el fut. En el micro, la cámara de seguridad del “Operativo transporte seguro” graba cómo el gordo con cubrebocas, gorra de los Pumas y otra 9 mm grita “Cámara, mi gente, ya se la saben”. Por suerte, sí te la sabes. Le das el teléfono del Oxxo y el billete de 100 con la misma cara de “Fue una mala semana”, y ves con alivio cómo sale del micro sin matar a nadie y sin revisarte el calcetín derecho donde llevas el billete presidencial: el de 200.

Por fin, llegas. Haces escala en la miscelánea y cruzas la calle para llegar a casa. Te quedas congelado. Eso no estaba ahí en la mañana. La fachada dice, con pintura todavía fresca: “Es Claudia”.

POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09

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