COLUMNA INVITADA

Una historia infame

Los temores sobre la verdad absoluta son vigentes. La lucha entre el dogma y el libre pensamiento sigue

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En los tiempos en los que todos apelan al humanismo, unos, a su estilo, vociferan: “Dios, patria y familia”, y al escucharlos la sensación es de vértigo, miedo por las consecuencias para quienes no compartan esa visión única.

Hoy los temores sobre la verdad absoluta están más vigentes que nunca, cuando todas las preguntas de la filosofía regresan a buscar el verdadero sentido del humanismo, que es el ser humano, soterrado antes bajo el culto del estado, después bajo el culto del mercado, ahora amenazado por las polarizaciones alentadas por la propaganda, la gran diosa de la nueva era.

La lucha entre el dogma y la libertad de pensamiento sigue pendiente.

“Dios, patria y familia” es un principio aterrador contra el libre pensamiento. ¿A qué Dios se refieren? ¿Hay un solo Dios? ¿Es acaso el Dios que solapa la pederastia de los hombres con sotana y escapulario?  ¿Qué pensará la comunidad judía y musulmana o, incluso, los agnósticos o los ateos?

Es insostenible por donde se mire, pues aceptarlo implicaría irremediablemente asumir hegemonía, sin espacio a otras creencias.

La patria, ya lo habíamos dicho, es una falsedad, es un perjuicio y pedir su engrandecimiento es pedir la decadencia de otros; y en este caso, es un postulado excluyente, pues no se invoca a la comunidad de intereses ni a la comunidad de idioma ni a la comunidad de tradiciones ni a la solidaridad de los seres al “amparo” de la misma bandera y un territorio, más bien, a los iguales, a quienes sean semejantes, a quienes cumplan con  la clasificación de fenotipo similar y exista “identificación”; así pues, para estos “iluminados” en esta “patria” están fuera mestizos, mulatos, negros, indígenas, da igual si nacieron en este, nuestro país,
o son migrantes, son parias.

¡Viva la familia! ¿Familia? ¿Cuál? ¿La que dicen ellos, la que se unió bajo sacramento del mismo y único Dios; la que no admite parejas del mismo sexo o parejas de hecho? ¿Y qué pasa con las familias en donde sólo hay una figura, o aquella en dónde no exista un parentesco, sanguíneo o por adopción? ¡Qué horror!

El verdadero humanismo está en no pretender ser el dueño de la verdad absoluta. Si los dejamos pasar, si los admitimos, nuestra sociedad se detendrá ante la locura de las creencias.

Los dogmas, no importa de dónde provengan, atentan contra la libertad crítica, afectan nuestro derecho a rechazar todas las imposiciones que pesan sobre el ser humano, y peor aún, todo se sacrifica con ideas absolutas como la justicia, la verdad, la belleza o el bien.

Esta es la historia infame de la Conferencia Política de Acción Conservadora en México. No se deje engañar, la historia nos ha demostrado una y mil veces que la secularización ha incrementado la felicidad humana, piénselo.

El miedo y la rabia provienen del mismo lugar, no les demos espacio, no permitamos su auge.

POR DIEGO LATORRE
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN


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