TODOS SOMOS MÉXICO

El deporte puede formar ciudadanía

Las reglas son fuente de equidad y también referencia imprescindible para eventuales protestas, quejas y denuncias, así como para dirimir las diferencias ante instancias

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna Invitada Créditos: Especial

México salió del Mundial de Catar no por lo que hizo en el tercer partido sino por lo que no hizo en los dos primeros. España pasó a la segunda ronda no por lo que hizo en su tercer partido sino por lo que hizo en sus dos primeros.

De estas y de otras muchas circunstancias y anécdotas que están sucediendo en el Mundial cada quien puede sacar sus conclusiones como aprendizaje, porque todo deporte ofrece lecciones para la vida. Aquí algunas reflexiones:

Cada disciplina deportiva tiene reglas y si uno quiere practicarla tiene que acatarlas. Hay que buscar la victoria, sí, pero con apego a sus normas.

Nadie puede decidir o cambiar unilateralmente las reglas, y si quiere proponer modificaciones debe seguir los procedimientos en las instancias facultadas. Las reglas son producto de determinaciones colegiadas, consensuadas, de manera que cada vez que empieza un partido de futbol, tenis o waterpolo o un torneo de esgrima o boxeo, todos están de acuerdo con las reglas, las cuales se difunden ampliamente para que operen como garantía de equidad.

Las reglas están al alcance de aficionados, organizadores, empresarios, técnicos, jugadores, árbitros, periodistas, autoridades, curiosos y todo aquel que circunstancial o profesionalmente quiera conocerlas.

Este conocimiento generalizado de las reglas hace que puedan llevarse a cabo encuentros deportivos incluso entre equipos y con árbitros que no hablan el mismo idioma. Las reglas son fuente de equidad y también referencia imprescindible para eventuales protestas, quejas y denuncias, así como para dirimir las diferencias en las instancias correspondientes.

La práctica deportiva ofrece también una formación sustancial para la vida: el juego limpio. Si, se sabe que en todas las disciplinas hay quienes pretenden violentar las normas, brincar los límites, golpear un poco, o mucho, sin que el árbitro se entere. Sí, pero es, en todo caso, una conducta ajena al propósito del juego y del reglamento, y debe ser sancionado. El principio es jugar limpio.

Gracias a la práctica de algún deporte desde la infancia, niñas, niños y adolescentes tienen la oportunidad de ganar y perder, lo que nos ocurre a todos a lo largo de la vida. Enhorabuena que desde temprano aprendan a ganar con alegría y generosidad, así como a perder con dignidad y con la frente en alto.

Pueden y deben aprender a respetar al árbitro. Si tienen queja sobre su actuación, pueden acudir a las instancias establecidas, pero no deben dinamitar la autoridad del árbitro antes de que empiece el juego.

Por su parte, las niñas, niños y adolescentes que hacen de árbitros deben aprender a respetar y hacer respetar el reglamento con firmeza y equidad, ejerciendo la autoridad con apego a la ley y respetando a los jugadores, sin timidez y sin desplantes.

Por eso y por muchas razones más, el deporte puede ser un fructífero camino para construir ciudadanía.

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO Y ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
@MFARAHG

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