COLUMNA INVITADA

Estrenar Humanidad

A pesar del debilitamiento que ha sufrido la religión en el mundo posmoderno, debido a influencias externas y factores internos, de los cuales México no es la excepción, la gran mayoría del pueblo mexicano comparte la fe cristiana y los valores que la sostienen

OPINIÓN

·
Paz Fernández Cueto / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

A pesar del debilitamiento que ha sufrido la religión en el mundo posmoderno, debido a influencias externas y factores internos, de los cuales México no es la excepción, la gran mayoría del pueblo mexicano comparte la fe cristiana y los valores que la sostienen.

Frente a tantos aspectos negativos que resaltan en este convulsionado fin de año, podemos mantener la esperanza en recuperar lo auténticamente humano si decidimos hacer uso correcto de esa palabra que ha estado siempre de moda y que se llama libertad. Reflexionar sobre las consecuencias nefastas de los aspectos negativos que hemos vivido, —mismos que no pretendo enumerar en este espacio—, paradójicamente nos despierta el deseo de encontrar las bases sobre las que sería posible construir un futuro mejor. 

Esto no quiere decir que vayamos a estar exentos de dificultades, empezando por la imposición de políticas internacionales centradas en intereses egoístas, y siguiendo con personas ideológicas alejadas de la verdad, con las que intentan manipularnos todos los días desde Palacio Nacional. Palabras como humanismo, honestidad o fraternidad, no pueden reducirse a slogans propagandistas de un partido político. Para ser reales requieren de un cambio radical de actitud, empezando por intentar vivirlas cada uno en lo individual.

Habrá que rescatar algunas verdades evidentes e intocables, valores de fondo de la existencia humana que, hoy día, se ponen en duda. La tolerancia universal se ha convertido en intolerancia, la certeza de saber lo que es ético y bueno se ha desdibujado en un relativismo generalizado en donde todo da igual. Y, sin embargo, la experiencia cotidiana demuestra todo lo contrario. También hoy podemos saber que es buena la fidelidad y no la infidelidad, que respetar la verdad es mejor que propagar mentiras, que el diálogo va más de acuerdo con las personas que la violencia, que defender la vida, en todas sus manifestaciones, es mejor que propiciar la muerte. Estos últimos años hemos presenciado el despertar de una conciencia ecológica universal con el convencimiento de que el progreso de la técnica ha de ser encauzado conforme a la ética para evitar que se reviertan contra nosotros mismos. 

 A pesar del debilitamiento que ha sufrido la religión en el mundo posmoderno, debido a distintas influencias externas y factores internos, de los cuales México no es la excepción, la gran mayoría del pueblo mexicano comparte la fe cristiana y los valores que la sostienen. Esos forman parte de su identidad y de su historia, como quedó de manifiesto, una vez más, el pasado 12 de diciembre, cuando once millones de peregrinos acudieron libremente a la Basílica de Guadalupe para manifestar su fe y confianza a la Señora del Cielo. Sin distinción de clases sociales, estratos económicos o preferencias políticas, la fe es el fundamento de la dignidad humana de todos los hombres. 

Sin intentar volver al pasado, se trata de integrar la herencia espiritual que hemos recibido con las aportaciones valiosas del mundo moderno.  El Evangelio de Jesucristo lleva en sí, no solo un ayer y un hoy, sino, —sobre todo— un mañana en donde cada época lo experimentará y lo vivirá de un modo nuevo. La verdadera grandeza de la fe consiste en revelar al hombre la fuente de su identidad, su verdad más íntima, que le haga capaz de desarrollar la plenitud de su ser. Estrenar humanidad es reconocer el misterio divino como algo que nos trasciende y nos supera. La dignidad y los derechos del hombre se fundamentan en reconocer la semejanza que tenemos con Dios y el respeto debido a esta imagen. 

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO

COLABORADORA

PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

MAAZ