COLUMNA INVITADA

2022

El mundo apenas estaba tratando de asimilar al annus horribilis que representó el 2020 y que se prolongó al 2021, cuando en los inicios del 2022 estalló el conflicto entre Rusia y Ucrania

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Consciente del cliché que significa recurrir al ritual de los balances y reflexiones propios de cada cierre de año, así como a los subsecuentes compromisos y buenos deseos para el nuevo ciclo, me gustaría más bien compartirles algunas ideas e impresiones personales sobre este 2022.

El mundo apenas estaba tratando de asimilar al annus horribilis que representó el 2020 y que se prolongó al 2021, cuando en los inicios del 2022 estalló el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Ese evento detonó muchas. Fue una especie de recordatorio sobre lo frágiles que son los paradigmas sociales, políticos, económicos y culturales que sirven de pegamento para mantener unidas a nuestras sociedades. Y frecuentemente se nos olvida esa fragilidad.

Lo más curioso de esta especie de mecanismos de defensa de nuestro cerebro, es que constantemente la realidad nos confronta con nuestra vulnerabilidad, pero es obvio que en aras de mantener un nivel aceptable de cordura optemos por ignorar mucho de lo que sucede a nuestro alrededor.

Todo esto me llevo a reflexionar y pensar mucho sobre el momento histórico que estamos viviendo y lo que nos puede deparar el futuro inmediato.

El punto de inflexión que significó la emergencia sanitaria para la historia reciente de la humanidad aceleró muchos procesos de cambio que ya se estaban gestando desde hace algunos años, y me parece que este 2022 ha sido una especie de primer capítulo de esta nueva etapa para la especie humana y para todo el planeta.

Vivimos en una época en la que los sistemas políticos, sociales y económicos que nos rigen están atravesando por un profundo desgaste.

El malestar social que esto ha provocado va en aumento a la par de las desigualdades: el eterno mal de la pobreza es una suerte de cáncer que no tiene la menor intención de ceder y la crisis climática por la que atravesamos no hace otra cosa que empeorar estos fenómenos.

Todo esto sucede en un contexto en el que el hemisferio occidental carece de liderazgos firmes y capaces de enfrentar las amenazas que acechan a las democracias liberales, tal es el caso del auge de expresiones políticas de extrema derecha e izquierda que día a día ganan más adeptos.

El triunfo de Giorgia Meloni en Italia, la derogación de la ley Roe vs Wade en Estados Unidos, el ascenso de la ultraderecha en Suecia y el clima de creciente polarización que viven muchas sociedades del mundo, son solo algunos de los procesos de cambio que tendremos que enfrentar en 2023 y en los años venideros.

En el otro lado del espectro político, llamó la atención el giro a la izquierda en Latino América, que se consolidó este año con el triunfo de Lula da Silva en Brasil. En lo que a México respecta el 2022 marcó el inicio de una adelantadísima sucesión presidencial que ha colocado a los principales suspirantes de Morena a iniciar extraoficialmente su campaña.

Quisiera destacar también que pese a las complejidades del panorama económico internacional, México pudo contener y mitigar los impactos negativos de la inflación.

Desafortunadamente, todos estos fenómenos políticos y sociales apuntalan a separarnos, a sembrar odios fundados en mentiras y prejuicios étnicos que creíamos superados, y eso me lleva al reflexión final de este año que ya casi termina.

Aunque el panorama parece oscuro y si bien es cierto que como especie nos estamos enfrentando a enormes desafíos, también es cierto que somos capaces de sentir empatía, que existe mucha gente allá afuera que hace el bien y que se preocupa y ocupa por otros seres humanos, gente que dedica su vida al cuidado de otras especies con las que compartimos este planeta.

Gente que trabaja todos los días desde muy diversos ámbitos para que este sea un mundo más justo. Gente que no roba, no mata, no daña a otros. Gente generosa que siempre comparte lo poco o mucho que tiene.

Todo esto es un enorme recordatorio de que somos más lo que queremos el bien. De que podemos derribar las barreras que nos imponen. Que el odio, la intolerancia, la injusticia y la desigualdad no tienen por qué ser un destino sellado en piedra.

Hemos sobrevivido a muchas cosas para llegar al lugar en el que estamos parados ahora. Solo tenemos que recordar que aquello que nos une, es mucho más fuerte que lo que nos separa.

Feliz 2023.

Por cierto…

No puedo dejar de mencionar que este año se celebró una de las copas del mundo más polémicas de la historia. El encuentro deportivo más popular del planeta se llevó a cabo por primera vez en un país árabe, Catar, que tiene muy poca o casi nula tradición futbolística.

Ni los señalamientos por corrupción y soborno para que el poderoso país árabe fuera la sede, ni los cuestionamientos por los sistemáticos abusos contra los derechos humanos que se viven en ese país, ni las terribles condiciones bajo las que se construyó la infraestructura adecuada para celebrar el encuentro, ni los reglamentos absurdos para los visitantes empañaron el evento, que capturó la atención de millones.

La tremenda reacción de los argentinos al ver a su selección ganar una tercera copa mundial después de 36 años, nos dice mucho del poder que ese deporte tiene sobre las masas. Si mostráramos la misma pasión por defender la democracia, otra cosa sería.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS

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