COLUMNA INVITADA

Ideas para una política exterior de Estado

Con motivo de su vigésimo aniversario, el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI)

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con motivo de su vigésimo aniversario, el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) organizó un diálogo entre cinco ex-cancilleres, donde tuve el honor de participar junto a mis colegas Bernardo Sepúlveda, José Ángel Gurría, Jorge Castañeda y José Antonio Meade. La pregunta central que orientó este debate fue tan concreta como compleja: ¿cómo debería México relacionarse con el mundo en los próximos años?

Si bien la respuesta es extensa, pues implica delinear un proyecto de acción internacional, rescato tres grandes conclusiones.

En primer lugar, México debe tomar una decisión estratégica, a partir de la próxima administración: si deseamos mantener un distanciamiento del mundo, o reposicionarnos dentro la comunidad global y relanzar nuestro aparato de promoción internacional.

La realidad es que, en años recientes, se ha desgastado nuestra capacidad de incidir en la agenda internacional y de promover nuestros intereses. Ejemplos de ello abundan: desde el deterioro de relaciones bilaterales esenciales, como con Estados Unidos, hasta los puestos de influencia que hemos perdido en organismos internacionales, pasando por el desmantelamiento de la promoción turística.

México posee un magnífico servicio diplomático. Sin embargo, nuestra voz global pesa cada vez menos, por diversas razones: los más altos niveles de gobierno han decidido ausentarse de los foros donde se toman las decisiones; la mal llamada austeridad ha debilitado nuestras capacidades institucionales; además, los principios constitucionales de nuestra política exterior se han invocado más por filias ideológicas que en función del interés nacional.

La segunda conclusión es que México necesita crear una política exterior de Estado. La conducción de la diplomacia es facultad del presidente de la República, lo cual muchas veces, lejos de generar unidad provoca desorden: cada sexenio, las prioridades pueden cambiar de forma importante, se cancelan proyectos de largo aliento que estaban funcionando y el mandatario en turno puede hacer virajes ideológicos sin respetar un proyecto nacional. Al actuar más como jefe de la administración pública y menos como Jefe de Estado, se diluye ese objetivo.

Por ejemplo, instancias como el Senado de la República tienen un mandato constitucional para participar en la política exterior, pero en la realidad su papel ha sido relegado a lo testimonial. El Legislativo debe tener un peso real en temas como la negociación, y no la mera ratificación, de tratados internacionales o en la fiscalización de las acciones gubernamentales en el exterior.

Asimismo, hay otros actores que necesitan integrarse en la formulación de la política exterior; por ejemplo: gobiernos estatales que, por su vecindad fronteriza, en la práctica ya tienen diálogo con sus pares internacionales, actores privados cuya actividad genera empleos para México o universidades que cuentan con centros especializados que permitan aportar capacidades técnicas para la toma de decisiones.

Finalmente, hay que promover la especialización de los diplomáticos de carrera. Frente a los cambios estructurales que vive el sistema internacional, sería un gran avance si las instituciones dentro y fuera del Estado logran formar de manera sistemática funcionarios especializados en, por ejemplo, seguridad pública, migración o derechos humanos.

El COMEXI y otras instituciones, como el Instituto Matías Romero, pueden ganar un papel estratégico en esta tarea. México es un país con intereses globales; por tanto, las próximas discusiones sobre el futuro del país no pueden pasar por alto su papel en el exterior. Entre más pronto empecemos, mejor.

Claudia Ruiz Massieu
@ruizmassieu
Senadora de la República

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