APUNTES DE GUERRA

Lo que el Mundial nos dejó

Los que somos más o menos aficionados al balompié tuvimos el privilegio de ver jugar a dos de los más grandes futbolistas de nuestro tiempo

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ha concluido el Campeonato Mundial de Qatar, el más caro y controversial de la historia, con toda la pompa y circunstancia futbolística que los aficionados se merecían. Una final de ensueño con dos de los grandes favoritos, una feria de goles y —lo más importante— dos leyendas en la cancha: una ya consolidada,  Lionel Messi, que a sus 35 años ha conquistado todo lo conquistable en el futbol profesional; la otra, naciente, Kylian Mbappé, de 23 años, y ya una vez campeón y otra subcampeón del mundo. 

Se dice fácil, pero los que somos más o menos aficionados al balompié tuvimos el privilegio de ver jugar a dos de los más grandes futbolistas de nuestro tiempo. El equivalente, digamos, de que Pelé y Maradona se hubiesen topado alguna vez en la cancha. De ese tamaño el regalo que nos dio Qatar.

Pero esta Copa del Mundo nos dejó muchas otras cosas para el recuerdo y la reflexión, algunas deportivas y otras que no lo son tanto pero que merecen nuestra atención. 

En lo futbolístico, no puedo dejar de lado la profunda emoción que me contagiaron los jugadores y aficionados de Marruecos: vencedores de gigantes, componedores de agravios históricos, sabor y color de un Mundial regido por el dinero, que demostraron lo que es el verdadero amor por la camiseta y por la patria que se lleva tatuada en el corazón. 

Lo digo así porque 14 de sus seleccionados no son nacidos en Marruecos, pero escogieron jugar por el representativo del país de sus antepasados. 

Más de uno de ellos podría haberlo hecho por seleccionados europeos, pero decidieron honrar a sus orígenes. 

No fue ese el único equipo nacional que mostró el gran valor de la diversidad étnica y nacional, y es que en total participaron 137 jugadores que no nacieron en los países por los que jugaron, además de que el mosaico cromático de muchos equipos fue un necesario recordatorio de que, la diversidad abona a la calidad y ayuda, así sea gradualmente, a combatir estereotipos negativos. 

Podemos decir que este fue el Mundial de la migración y de la multiculturalidad.

Las numerosas prohibiciones y limitantes impuestas por el país sede a los aficionados extranjeros sirvieron, también, para poner el dedo sobre la llaga de la intolerancia y la cerrazón en que viven muchas naciones del mundo, y no solo Qatar. 

Si bien yo he criticado el doble rasero de muchos para juzgar con severidad a Qatar o Irán mientras se ignoran los abusos en Arabia Saudita, por ejemplo, reconozco que la denuncia y discusión pública de estos temas abona a la creciente toma de conciencia, acerca de la importancia de los derechos individuales alrededor del mundo. Y es que difícilmente se puede solamente condenar lo que hacen unos y no los demás.

Qatar logró, sin quererlo, dar un impulso importante precisamente a aquellos temas que pretendió ocultar bajo el proverbial tapete.

Por ello, y por todo lo demás, muchas gracias.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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