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Periodistas en riesgo

De los 57 periodistas asesinados en el mundo en este año, dos de cada 10 fueron atacados en México

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

A Ciro Gómez Leyva A la memoria y las familias de periodistas asesinados en México

Los ataques a periodistas en cualquier lugar del mundo tienen los mismos propósitos: inhibir, castigar o impedir la difusión de informaciones y opiniones. A veces quieren advertir, amenazar, tomar venganza, aterrorizar. Las balas que disparan los agresores contra periodistas van también contra la libertad, contra el derecho a saber y contra la democracia. Contra todo y todos en realidad.

De los 57 periodistas asesinados en el mundo en este año, dos de cada 10 fueron atacados en México. Somos el país más mortífero para las y los periodistas. Ucrania, que vive en guerra por una invasión absurda, contó en 2022 ocho periodistas asesinados. Nosotros,  11.

Atravesamos tiempos funestos, cuando informar y opinar se han convertido en un oficio de alto riesgo porque el odio, la intolerancia y el miedo a la difusión de contenidos dictan sentencias de muerte.

Como elemento propicio para el ataque mortal a periodistas, la polarización es inflamable. En el irracional frente a frente que la polarización alienta, después de un atentado o de un crimen contra un periodista, observamos que ni siquiera en estos casos la condena es unánime. Incluso puede haber voces que lo celebren y lo asuman como una victoria de tal causa. 

Vivimos un tiempo desolado cuando, luego de los homicidios de periodistas, se reportan pocos detenidos y muy pocos sentenciados, lo que es grave, porque la impunidad es combustible para el delito. Se puede matar, desaparecer, secuestrar a un periodista y, salvo un poco de ruido, nada pasa en la mayoría de los casos. Si se puede, se hace. Es la lógica de la mente que decide y de la mano que dispara. Tendría que castigarse a ambos y a todos los que se asocian para perpetrar una agresión contra la prensa.

Intolerancia, polarización e impunidad son atmósfera favorable para el asesinato de periodistas. Y por eso los asuntos públicos terminan invadiendo las zonas de lo privado de la forma más primitiva. Docenas de familias en México viven huérfanas de lo imposible: el utópico anhelo de ver regresar al o la periodista asesinada a casa, donde ha quedado un vacío irreparable.

Allí están las ausencias de los 11 periodistas que fueron privados de la vida este año: Alfonso Martínez, Antonio de la Cruz, Armando Linares, Heber López, Jorge Luis Camero, José Luis Gamboa, Juan Carlos Muñoz, Lourdes Maldonado, Luis Enrique Ramírez, Pedro Pablo Kamul y Roberto Toledo. 

Son 11 de los 160 periodistas asesinados en México desde 2006 hasta la fecha. 

Terminemos con la creencia de que estamos o debemos estar polarizados y confrontados. Empecemos a crear otro contexto en nuestra relación social para frenar, juntos, a quienes mediante la violencia contra periodistas pretenden decirnos qué debemos saber y qué no, qué podemos decir y qué debemos callar.  

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO Y ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
@MFARAHG

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