LA ENCERRONA

Mucho más que fútbol

“El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes.” Jorge Valdano

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hoy ya con la final del Mundial definida, observamos la avenida bonaerense, 9 de julio con su emblemático obelisco, repleta de argentinos extasiados por este nuevo pase a la final del campeonato; de igual manera la bellísima Champs Elysees con miles de franceses coreando el cántico de la selección francesa. En ambas latitudes los cánticos y festejos no paran ni lo harán hasta que el domingo esta celebración se termine para alguno de los dos bandos. Por lo que decir que “el fútbol es mucho más que fútbol” podría caber sin caer en lugar común dicho entre los aficionados a este deporte. Aunque en realidad sí encierra algo de razón en ambas dimensiones, micro y macro.

Podemos observar videos de fanáticos que festejan un gol o un triunfo de su equipo favorito como si fuera lo máximo de este mundo, algunos otros llegan a los puños cuando se enfrentan al acérrimo rival e incluso circulan videos de personas pasan al llanto cuando anota su “superhéroe” en pantaloncillos cortos. En un campeonato de la Copa Mundial esto se acentúa hasta llegar a decir que once personas cargan con el orgullo (o la desesperanza, según sea el caso) de todo un país. Si bien es una satisfacción poco comparable representar a tu nación alrededor del mundo en cualquier ámbito, los triunfos o derrotas de un equipo nacional no resuelven o empeoran la situación de las respectivas sociedades… ¿o sí?

La relación entre deporte y política es mucho más compleja que un simple grito de gol. El geopolítico estadounidense Joseph Nye define al poder como la habilidad de influenciar la conducta de otros para alcanzar los objetivos deseados, para esto identifica dos maneras de hacerlo: coacción mediante la fuerza, inducción vía pagos; o atracción-cooptación, es decir el poder duro y poder blando, respectivamente (posteriormente acuñó la definición de smart power, que es una mezcla de estos dos). El hard power refiere al ámbito militar y/o al económico, mientras el soft power a cuestiones relacionadas a la legitimidad, como la cultura, ideología o buenas prácticas. Es aquí donde entra el fútbol.

En este sentido, ser sede de una competencia internacional del tamaño de una Copa del Mundo va más allá de los beneficios económicos, pues permite a dicha nación mostrar “lo bien” que se encuentra su sociedad, sus políticas medioambientales o el ejercicio de los derechos humanos de su población y así generar una mejor y mayor aceptación internacional. Sin embargo, los países en ser sede de un Mundial de fútbol, Rusia y Catar, han dejado claro que su utilización del poder blando ha sido peor que mantenerse alejado del escrutinio de los millones de ojos puestos sobre su territorio.

Gracias a este mal manejo de esta estrategia geopolítica han dejado expuesto su falta de tolerancia hacia los miembros de la comunidad LGBTTTI+, su gran misoginia, la xenofobia rampante, así como su falta total de respeto a los derechos humanos. Catar, así como Rusia cuatro años antes o Argentina en 1978, son otro ejemplo de que “el fútbol no es solo fútbol”, es una maquinaria de explotación laboral, un velo que impide ver la realidad y una forma de pasar del poder blando al duro, en solo 90 minutos. Debemos volver a lo lúdico, a que el fútbol sea “cosa de niños” y no como palanca de poder ni de desigualdad.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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