COLUMNA INVITADA

Los hombres imprescindibles

Los años nunca detuvieron a nuestro amigo Carlos Ramos Alva, un hombre recto, sencillo, de esos pocos en que uno puede confiar

OPINIÓN

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José Narro Céspedes / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De manos delgadas, con un cigarro tembloroso sostenido entre los dedos índice y medio, siempre a medio consumir y en la mano derecha una Coca-Cola o un café americano. Entraba a las oficinas de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala CNPA como quien llega a casa: sonriente, escandaloso, siempre de mezclilla, con una mochila de cuero vieja que siempre parecía vacía, con ese aire del viajante sosteniendo siempre sus eternas luchas en la espalda.

Los años nunca detuvieron a nuestro amigo Carlos Ramos Alva, a quien desde que conocí supe que su compromiso con las causas de la gente no pararía jamás. Un hombre recto, sencillo, de esos pocos en que uno puede confiar; de aquellos que sabes estará a tu lado aun cuando no haya esperanza.

Hijo de los movimientos del 68, de joven pintó, en los patios de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, las lonas en que los jóvenes que construirían la izquierda de este país gritaban sus consignas. Fundador del FAC-MLN, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas CLOC, El Campo No Aguanta Más, participamos en la construcción de los acuerdos de paz durante el levantamiento del EZLN.

En los años 70, a Carlos, junto con muchos más, le tocó fundar la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, como respuesta al gobierno de López Portillo, quien intentó negar la problemática agraria, declarando terminada la revolución y por lo tanto, la repartición de tierra. La acción con la que el gobierno daría por concluida la Reforma Agraria sería el traslado de los restos del General Emiliano Zapata al Monumento de la Revolución, donde descansan los restos de su asesino, Venustiano Carranza.

Campesinos y luchadores sociales se atrincheraron en la tumba del Caudillo del Sur e hicieron correr al presidente al tiempo que su idea cayó. Después, la discusión para formar la CNPA y ahí estaba nuestro amigo.

La sonrisa, el espíritu y el sello de Carlos Ramos estuvo en la fundación de nuestra organización. Y al mismo tiempo, muchas luchas por el derecho a la tierra, a la alimentación, por la gente, por la vivienda, estuvieron en su camino. Todo rodeado por su arte, por sus libros, por los dioses mexicas que fueron la inspiración de su obra.

Su vida estuvo llena de humo de tabaco, café, lápiz, acuarela, música, baile, sudor de la lucha y muchos, muchos sueños. Carlos hizo de la lucha por la tierra su forma de vida, de caminar junto a los desprotegidos su pasión y de mostrar una cara amable aún en los momentos más álgidos de la lucha. Siempre estuvo convencido.

Su actitud frente a la vida, frente a la injusticia, frente a la empatía que mostraba ante el dolor y sufrimiento del otro, hizo que se ganara el cariño del movimiento campesino nacional e internacional. Forjó amistades, construyó compañerismo y entregó el corazón a los ideales de nuestro general Zapata.

El pasado domingo, a los 74 años, nuestro compañero de mil batallas se fue. Sus sueños trascendieron y se fue después de una vida disfrutada en cada minuto, llena de triunfos y derrotas. Se fue al encuentro de la eternidad y hoy nos duele su partida.
Carlos Ramos fue el hombre de quien Bertol Brecht hablaba; fue el hombre que luchó toda la vida, es el hombre de los imprescindibles. Hasta siempre, querido Carlitos. Tu ejemplo nos seguirá guiando y te recordaremos en nuestro quehacer político y en la forma armoniosa de enfrentar la vida.

POR JOSÉ NARRO CÉSPEDES
COLABORADOR
@NARROJOSE

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