COLUMNA INVITADA

Esclavitud moderna: trabajos forzados en EUA

A pesar de que han pasado casi 160 años de la declaratoria de Lincoln, la fórmula de la esclavitud se mantuvo en diversas versiones

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A partir del 1º de enero de 1863 entró en vigor la Declaratoria de Emancipación del presidente Abraham Lincoln, con lo cual zanjó tajantemente el espinoso tema de la esclavitud en los Estados Unidos.

¿Por qué este país es paradigmático con la cuestión de la esclavitud? Por supuesto, este atentado contra libertad, igualdad y dignidad humana no fue privativo de los estadounidenses. Sin embargo, dos razones basilares pueden ayudarnos a comprender el por qué llama tanto la atención.

Una primera razón que estimo es lo tardío y lo dramático que resultó lo puntilloso de la esclavitud en Estados Unidos. Pasado mediados del siglo XIX se abolió, cuando muchos países –especialmente europeos occidentales e imperialistas o bien, países de recién hechura independentista como América Latina– ya habían tomado medidas abolicionistas. Esto, a pesar de algunos casos de verdadera esclavitud tamizada, como la Bélgica leopoldina y la Gran Bretaña victoriana con sus políticas de explotación de la población negra en el Congo o morena en la India, respectivamente. Además, mientras el resto de los países abolió disimulada y discretamente la esclavitud, Estados Unidos lo hizo a partir del peor conflicto bélico doméstico y fratricida que haya tenido después de la emancipación británica y que no se ha repetido a la fecha.

Y la segunda razón es que los Estados Unidos, desde los orígenes se forjó como la democracia de América, parafraseando a Tocqueville. No hay motivo que justifique la esclavitud, la cosificación humana, pero en la lógica de las monarquías europeas embona –indebidamente– esta práctica. En cambio, el país de la democracia, el paladín de las ideas republicanas admitía abierta y paradójicamente la esclavitud.

A pesar de que han pasado casi 160 años de la declaratoria de Lincoln, la fórmula de la esclavitud se mantuvo en diversas versiones. La reducción de la libertad al nivel de cosificar a un ser humano admite variantes, por lo que hay que despojarse de esa idea pueril de imaginar que la esclavitud es una cosa de la Antigüedad o de construir referentes culturales como aquél según el cual un esclavo tiene ser africano.

Una de esas variantes es la de los trabajos forzados que se imponen como pena en las cárceles de algunos Estados de la Unión americana y que, bajo la justificación baladí de evitar fugas, los presos están encadenados o con grilletes bajo la custodia cancerbera de guardias a caballo y fuertemente armados.

Max Matza, periodista de la BBC, en un interesante artículo con motivo de las elecciones intermedias en Estados Unidos del pasado noviembre de este año, nos refiere que, Alabama, Oregón, Tennessee y Vermont abolieron la figura de los trabajos forzados como variante de la esclavitud en pleno siglo XXI. Sin embargo, Luisiana mantuvo la figura en la Constitución local, junto con una docena más de Estados. Asimismo, los trabajos forzados representan una explotación económica que recuerdan los mejores tiempos romanos o egipcios: 800 mil presos trabajan forzadamente en Estados Unidos y en muchos casos sin retribución económica.

No debe perderse de vista que, los trabajos forzados, además de ser una forma de esclavitud, lo es de manera institucional porque es el Estado quien administra y se beneficia de ella. Ojalá se elimine ésta y cualquier otra forma de esclavitud moderna, y que sólo nos cause sorpresa de que existe en la ficción cinematográfica, como Sueños de fuga (1994), de Frank Darabont.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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