Todo parece indicar que el presidente de Venezuela y heredero de Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro, está tomando su segundo o tercer aire. No podía ser de otra manera, porque está bien curtido en el asunto de sostenerse en el poder: nadie ni nada han podido removerlo. Lo que avizora un mandato más largo aún y represivo.
Desde los mismos hijos de Chávez, relegados a un segundo plano; hasta Estados Unidos con amplias sanciones petroleras; pasando por la opositora Mesa de la Unidad Democrática –descanse en paz–; el propio Leopoldo López, quien se exilió en España; o el autonombrado presidente Juan Guaidó –hoy en el olvido absoluto–; han podido quitarlo del control del palacio Miraflores.
Por el contrario, representantes de Maduro negocian hoy con la oposición, en México como sede, y todavía mejor para él imponiendo sus condiciones, porque sumó a su equipo diálogo a Camila Fabri, esposa del colombiano Alex Saab –supuesto testaferro del mandatario venezolano–, detenido en Cabo Verde y extraditado a Estados Unidos.
Saab ha sido vinculado por investigaciones periodísticas con casos de corrupción y fraudes relacionados con un programa estatal de distribución de alimentos básicos en Venezuela, las llamadas despensas CLAP, que este diario dio a conocer en su momento, así como con el plan gubernamental de viviendas populares.
El colombiano era considerado el operador topo de Maduro, por eso hoy lo antepone a cualquier negociación y busca hasta la menor oportunidad para lograr su libertad, y no dude que logrará; se ha convertido en un viejo lobo de mar con las negociaciones o imposiciones en sus 10 años en el poder.
Otro factor a favor de Maduro es la invasión de Rusia a Ucrania, Estados Unidos no tuvo de otra más que relajar las sanciones petroleras contra Venezuela para poder echar mano de esas reservas de crudo ante la escasez por el bloqueo energético y económico que hoy Occidente aplica, por cierto, a otro dictador Vladimir Putin.
De hecho, en la reanudación de las conversaciones en México –que estuvieron suspendidas más de un año–, el gobierno de Venezuela y la oposición firmaron un acuerdo que abre la puerta a fondos para atender la crisis humanitaria y reactivar las operaciones petroleras de la estadounidense Chevron.
Ahora ambos bandos van por nuevas metas, la oposición busca garantías para unas elecciones libres y el gobierno de Maduro presionará por la libertad de su testaferro, hoy es cuando las condiciones están del lado del chavista y no las va a desaprovechar, por el contrario va pedir todo lo posible y hasta lo imposible.
Además, la presión sobre Maduro bajó más con la llegada de Gustavo Petro a Colombia, y tiene la esperanza en que las cosas mejoren aún más en 2023, cuando asuma su nuevo mandato en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Por lo pronto, la oposición presiona para que este mismo mes el gobierno venezolano fije una nueva fecha de negociación, pero seguro los chavistas tienen su propia agenda.
POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADOR
ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
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