DE LEYENDA

Mis mundiales Parte 1

No hay evento deportivo como el mundial de futbol

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El primer recuerdo es el de 1974. Era un domingo normal en casa de mis abuelos en Chihuahua. Yo tenía 7 años. Me desperté más temprano de lo habitual porque escuché el televisor en el cuarto de mi tío Juan; jugaba un equipo de blanco contra otro de naranja. Mi tío me explicó que entre los naranjas, que eran la selección de Países Bajos, estaba Johan Cruyff, el mejor jugador del mundo. Al final el otro equipo, el de Alemania Federal, ganó 2-1.

Creo que desde ese momento vienen dos pensamientos que han moldeado mi relación con el fútbol a lo largo de mi vida. Primero, mi admiración por Cruyff y su trabajo como jugador y luego como entrenador, lo que seguro ha influido en mi afición por el Barcelona. Y después el interés sobre las cosas que ocurren en ese terreno verde, entre 22 jugadores, con un balón de por medio; por ejemplo, sobre el cómo es que a veces los equipos con los mejores jugadores pierden.

Cuatro años después esperé con ansias el mundial en Argentina; no quería perderme ningún partido y menos los de México, que en ese entonces tenía una selección que prometía. También ansiaba ver a la Naranja Mecánica que ya estaba en mi corazón.
Recuerdo que los juegos se televisaban a la misma hora del colegio y a veces me era muy difícil verlos. También tengo grabado que en ese mundial México sufrió mucho y todos nosotros con él; la humillación contra Alemania fue especialmente dolorosa y fuimos eliminados en primera ronda. Así, me aferré a Holanda y lo seguí hasta la final.

Ese día les pedí a mis papás que comiéramos en casa para no perderme un solo minuto del partido entre la local Argentina y el equipo naranja que ya sentía mío. El juego quedó empatado a uno, no sin antes ver cómo un remate de Resenbrink pegaba en el poste de los argentinos, segundos antes de que el árbitro pitara el final. En tiempos extras, Argentina anotó dos goles que le dieron el campeonato. Fue un golpe fuerte para mí, pensaba que en ese torneo Holanda sería imbatible, incluso recuerdo haber llorado de la desilusión. Estaba tan triste y enojado a la vez que no quería ir a misa, pero en mi casa eso no se negociaba.

El Mundial de España 1982 fue extraño. México había sido eliminado en las clasificaciones, así que creo que cada quien eligió un equipo sustituto al que apoyar. Pese al golpe, era emocionante ver a tantas selecciones y jugadores que brillaban en ese entonces.

Las favoritas eran Brasil, que traía un conjunto espectacular, Alemania, Francia, en la que jugaba un tal Michel Platini, que decían que era fantástico, y Argentina con un joven Maradona que ya daba mucho de que hablar.

Ese mundial tuvo partidos épicos. Recuerdo perfecto un día en casa de mis amigos donde nos reunimos para ver el Brasil vs URSS y cómo brincamos con el gol de Eder luego de un tiro magistral desde fuera del área que venció a Renat Dazaev, considerado entonces como el mejor portero del mundo. También tengo muy claro el partido Alemania vs Francia en las semifinales, con ese regreso de los germanos en tiempos extras para vencer después a los galos en penales. Ese partido fue un parteaguas en mi vida como aficionado al fútbol, ahí me enamoré por completo de este deporte.

Llegaron a la final Alemania e Italia. Ahora sé que ese partido es todo un clásico europeo, pero en ese mundial pude ver parte del porqué es así. Yo tenía muy ubicados a los germanos como grandes protagonistas del fútbol, pero los italianos habían empezado con muchas dudas que se fueron disipando conforme vencieron a Brasil, Argentina y Polonia en su camino a la final. Lo que más recuerdo de ese partido es la celebración apoteósica de Tardelli en el 2-0. Al final Italia venció 3 por 1, llevándose la Copa del Mundo.

En 1986 la sede del mundial recayó en México, después de que Colombia renunciara a la organización. Imaginen la alegría de todos nosotros cuando nos llegó la noticia ¡un mundial en nuestro país! Para entonces yo tenía 19 años y ya era universitario y mis amigos amaban el fútbol igual o más que yo, así que fue una fiesta para todos nosotros. Fue decepcionante comprender que al no tener un centavo no podríamos comprar los boletos que se vendieron en series. Aun así estábamos acostumbrados a ver los partidos por la televisión y en esta ocasión no solo los horarios eran mucho más accesibles de lo que solían ser, sino que también salíamos en coche por la ciudad a celebrar cada triunfo de México, y no éramos los únicos. El tráfico era tal que podías salir del auto y bailar, cantar o gritar subido en el cofre o tocando el claxon.

Era una celebración que nos hermanaba con otras personas en sus propios autos o con los peatones que se sentían tan eufóricos como nosotros. México tuvo un gran campeonato y estuvo a muy poco de eliminar a Alemania en Monterrey, pero los penales fueron para los teutones que, a la postre, llegaríana la final y enfrentarían a la Argentina de Maradona, quien días antes había hecho un gol fantástico frente a Inglaterra, no sin antes haber hecho el famoso gol de la mano de Dios. Ese encuentro fue para Argentina, aunque los alemanes no se rindieron y pelearon hasta el final, pero Burruchaga daría la estocada final para vencer 3-2 y ganar esa copa.

Mirando hacía a atrás y trayendo todas esas imágenes y emociones a mí, puedo ver lo importante que han sido las copas del mundo en mi vida, no solo por las alegrías y tristezas que me han traído, sino porque mis recuerdos de ellas son también los recuerdos de gente que amo y que fue importante en mi vida. En la memoria de las jugadas se mezcla la voz de mis tíos, de mis padres, de mis hermanos y mis amigos, y de todos aquellos que vivieron esa pasión conmigo.

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924

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