COLUMNA INVITADA

Recursos para el campo

Lo anterior, en el entendido de que desde administraciones pasadas ya se venía registrando una dependencia alimentaria de por lo menos el 44%, cifra que no ha logrado disminuirse durante la gestión del Presidente López Obrador

OPINIÓN

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Emilio Suárez Licona / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Durante los años más recientes, uno de los temas de mayor relevancia en materia de diseño de políticas públicas es el contexto profundamente complejo al cual se ha venido enfrentando el sector agropecuario. Esto, en gran medida por los efectos suscitados por la pandemia y la coyuntura internacional, que han llevado a nuestro país a ubicarse en una situación deficitaria en la producción de alimentos, a tal grado que aproximadamente el 50% de los mismos que se consumen a nivel nacional son importados.

Lo anterior, en el entendido de que desde administraciones pasadas ya se venía registrando una dependencia alimentaria de por lo menos el 44%, cifra que no ha logrado disminuirse durante la gestión del Presidente López Obrador. Sin embargo, a pesar de dicho panorama, no solo destaca la insuficiencia de medidas efectivas para fortalecer la producción interna de productos, sino que tampoco se ha consolidado una estrategia eficiente para respaldar el desarrollo de los pequeños y medianos productores.

En ese sentido, la situación de abandono que atraviesa el campo mexicano se ha profundizado habida cuenta de las reducciones persistentes a los presupuestos asignados a dicho sector, lo cual ha repercutido de manera desfavorable en términos de producción agropecuaria, el cuidado del medio ambiente, reflejándose incluso en la cancelación de los programas encaminados a los rubros de mecanización y seguridad social.

A su vez, y en el contexto de la agudización de la crisis global, el costo de los insumos ha ocasionado un alza desproporcionada en el precio de los productos. Sin embargo, cabría señalar que uno de los retos más graves desencadenados por dicha coyuntura en el ámbito agropecuario se ha traducido en la falta de fertilizantes y granos que pone en riesgo a la productividad del sector primario nacional y por ende la seguridad alimentaria.

Actualmente, los fertilizantes implican el concepto más caro en la estructura de costos de la producción agrícola. El maíz, por ejemplo, pasó de representar de entre el 10 y 12% a un 42% de los costos de producción. Dicha alza se disparó a aproximadamente un 200% a causa del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia; debido a que Ucrania es el primer productor de fertilizantes a nivel mundial, del cual México depende en gran medida.

Dada la situación parece ser que la implementación de biofertilizantes es la medida óptima para la mitigación del problema, ya que éstos inciden en términos de aumentar la productividad. No obstante, en México aún no se cuentan con políticas públicas que impulsen de manera contundente esta alternativa. Pese a ello, destaca que tal escenario no sólo evidencia el alza de los precios, sino que también refleja la crítica situación social que se vive a nivel rural. El abandono de las comunidades requiere un reenfoque de los esfuerzos en el que se entrañe la reincorporación de los programas sociales que fueron desarticulados por la disminución del presupuesto.

En tales circunstancias, habida cuenta de la relevancia e incidencia del sector rural para el desarrollo nacional y en el marco del proceso de análisis y aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación, se vislumbra un marcado espacio de oportunidad para revisar y priorizar las asignaciones en beneficio de dicho sector, a efecto de incorporar los instrumentos idóneos para proveer las condiciones óptimas para su evolución en el corto y mediano plazo.

POR EMILIO SUÁREZ LICONA
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL

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