LA ENCERRONA

¿La pelota no se mancha?

“Es un país demasiado pequeño. El fútbol y la Copa del Mundo son demasiado grandes para él”. Joseph Blatter

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando hablamos de fútbol, inmediatamente llega a nuestros pensamientos una pelota, jugadores y el equipo de nuestra preferencia, ya sea local, internacional o nuestra selección nacional. Sin embargo, el deporte que mueve a todo el mundo, va mucho más allá de ser solo un juego, solo un deporte, un balón, un puñado de futbolistas y un juez que da legalidad a los partidos. El fútbol organizado, conlleva miles de millones de dólares por el trabajo de miles de personas, siendo el negocio de algunos cuantos y un entramado político como en los episodios más emocionantes de la serie “House of Cards”. El torneo mundial de fútbol que se está llevando a cabo en Catar, es la muestra inequívoca de esto.

Una nación que, a manera de ejemplo, cuando se celebró la copa mundial en México en aquel 1970, aún era un puñado de habitantes en situación de pobreza, viviendo bajo el protectorado británico, en una zona estéril del Golfo Pérsico y, por supuesto, que no tenía interés en este deporte. Fue hasta un año después del Mundial en el que se coronó la selección de Brasil de la mano de Pelé, cuando Catar cambió su destino, pues en su territorio se encontraron vastos yacimientos de gas natural, volviéndolo una nación rica y fuerte competidor de sus países vecinos. Hoy el emirato catarí cuenta con casi 3 millones de habitantes, con una vocación económica dedicada al gas, al petróleo, al turismo y a las inversiones multimillonarias alrededor del orbe.

Ya siendo una nación rica, como se suele decir de “los nuevos ricos”, comenzó a copiar los gustos y acciones, primero de sus vecinos geográficos y posteriormente de otras naciones del mundo. Comenzaron con la creación de su liga de fútbol y, sobre todo, comenzaron a hacer negocios en el ámbito futbolero a nivel mundial, patrocinando a equipos de talla internacional con su industria de líneas aéreas Qatar Airways, posteriormente comprando al equipo París Saint-Germain para hacer de este una constelación de estrellas a nivel mundial, Ronaldinho, Beckham, Zlatan, Neymar, Mbappé, Messi.

Su plan estaba bien trazado, en paralelo tenían ya las negociaciones construidas para ser sede del evento deportivo más grande a nivel mundial. Cuando comenzaron el cabildeo en el año 2010, la mesa estaba puesta para que los votos se dieran a raudales, hasta que Joseph Blatter diera a conocer el veredicto, la primera vez que la copa de mundial de fútbol se jugaría en Oriente Medio, en el invierno occidental, a la mitad del año futbolístico en todo el mundo, en un país que poco sabe ni le gusta el balompié, en una nación gobernada por un Emir que poco conoce de derechos humanos, mucho menos de libertades, es decir, una sede que va en contra de todo lo que la FIFA dice defender. 

Dijo Diego Maradona en su despedida “la pelota no se mancha”, sin embargo hoy el Mundial de Fútbol de la FIFA está, a todas luces, manchado por la corrupción, la homofobia, la precariedad laboral y las nulas medidas de seguridad a los trabajadores de la construcción de los estadios, la ausencia de derechos de las mujeres. El máximo órgano de fútbol, la FIFA, decide callar ante las tropelías cataríes a cambio de algunas (muchas) monedas, ya veremos si esos millones que un balón le hace ganar a la cúpula de la FIFA es suficiente para limpiar este evento y el fútbol en general.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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