COLUMNA INVITADA

De la calle al informe presidencial

Cincuenta años de lucha social respaldan al Presidente como un líder de la izquierda mexicana, liderazgo que ha velado por la justicia. Ya alista la marcha del domingo

OPINIÓN

·
Ricardo Peralta/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El informe de gobierno presidencial tiene su origen en la etapa inicial del México independiente y el primero fue proferido por el primer presidente de la nación, Guadalupe Victoria, quien el 1 de enero de 1825 pronunció su discurso ante el Congreso de la Nación para cumplir con lo que establecía la Constitución de 1824 en su artículo 68: “el Presidente de la federación asistiría a la primera sesión del Congreso, con el fin de pronunciar un discurso análogo a este acto tan importante”. También se estableció que los funcionarios a cargo de cada secretaría de gobierno deberían presentar un informe de sus actividades.

A pesar de no ser necesario presentar un informe por escrito sino solamente un discurso, los medios de información del Estado recuperaron aquel primer informe. Las palabras pronunciadas por Guadalupe Victoria, más que comentar la apertura del primer Congreso de la República Federal, estuvieron encaminadas a dar una breve relación de sus primeros meses de gobierno, informando sobre la situación del ejército, de la Suprema Corte de Justicia y los trabajos diplomáticos de México con las otras naciones, es decir, temas que mostraban el contexto político, económico y social por el que atravesaba el país recién constituido como República Federal. Aquel discurso cimentó la imagen del presidente como ente capaz de enmendar los problemas del país plasmado en un informe de gobierno.

En la Constitución de 1857 ya se exigía al presidente acudir al Congreso y dar un discurso en torno a las actividades realizadas por su gobierno durante el último año. Pero no fue sino hasta la Constitución de 1917 que se mandata al Presidente de la república a presentar un informe presidencial por escrito cada año; además, Venustiano Carranza estableció el 1 de septiembre de cada año como el inicio de las sesiones ordinarias en el Congreso, y llamó a que el mandatario nacional presente un informe cada año frente a los legisladores.

Durante el siglo XIX pasaron desapercibidos tanto presidentes como informes de gobierno. Por el contrario, Benito Juárez fue ejemplo de cómo un mandatario supera toda clase de coyunturas, desde las políticas, las económicas, las sociales y hasta las bélicas, pues en su gobierno le tocó enfrentar la Guerra de Reforma, la Segunda intervención francesa y la Restauración de la República, acontecimientos que quedaron señalados en dos de sus informes pronunciados ante los representantes de la soberanía popular.

Otro de los informes más emblemáticos fue el sexto informe del presidente Adolfo López Mateos, cuyo informe rezó acerca del trabajo realizado en unidad por parte los distintos sectores en los que estaba organizada la población, en conjunto con el gobierno: “Los hombres del campo, en sembradíos, bosques y minas; los de la ciudad, en fábricas, oficinas y talleres; los técnicos e intelectuales, en escuelas, laboratorios, hospitales y bibliotecas; los miembros de las fuerzas armadas, en tierra, mar y aire; los inversionistas y dirigentes de empresas; los que prestan servicios a los viajeros, en hoteles, restaurantes y centros de esparcimiento; los dedicados al transporte, en carreteras, ferrocarriles, buques y aeronaves; los constructores de caminos, habitaciones y obras diversas; aquellos que producen, distribuyen y consumen; las mujeres y jóvenes que integran y animan los hogares; en suma: los mexicanos todos han sido los autores de la labor que desde el gobierno solamente organizamos, impulsamos y dirigimos sin desmayos ni pausas.”

Lejos habían quedado la presentación del informe presidencial ante la casa de la soberanía del pueblo, pues a causa de las cuestionadas elecciones de 2006, cuando, en un ambiente de tensión, el peor presidente de la historia de México Vicente Fox Quesada, no fue capaz de presentar su informe, decidió abandonar el recinto y enviar su mensaje en cadena nacional desde los Pinos. Felipe Calderón, al no contar con un gramo de legitimidad, decidió sepultar dicha labor al dejar de presentar el informe presidencial en el Congreso.  

Con la llegada en 2018 del presidente con mayor legitimidad de la historia democrática del país, Andrés Manuel López Obrador, ha vuelto reforzada esa comunicación del presidente con su pueblo a través de su informe de gobierno, y ahora, de manera totalmente inédita, es el mandatario el que nos convoca a marchar a su lado, quitando cualquier intermediario entre el gobierno y gobernados, reflejo de lo que es la Cuarta Transformación, el pueblo al poder; la marcha será del ángel de la independencia hasta zócalo, para posteriormente, desde Palacio Nacional, brindar su informe de gobierno en el marco del cuarto aniversario del inicio de su sexenio.

Cincuenta años de lucha social respaldan al presidente como un líder de la izquierda mexicana, liderazgo que ha velado por la justicia sin importar lo que pudiera ocurrir con él mismo, como hace 26 años cuando el Lic. Andrés Manuel López Obrador terminó con sangre en la cabeza, tras encabezar la resistencia en contra de la privatización de plantas petroquímicas impulsadas por Ernesto Zedillo, y para indemnizar a campesinos y pescadores que sufrieron agravios en sus comunidades. Ahora encabezará una marcha, codo a codo con el pueblo, fiel a su tradición de luchador social, en contra de la oligarquía y para celebrar el fin de la corrupción.

La dinámica de movilización a las marchas por parte de los conservadores radica en el acarreo y la manipulación de información, como se pudo ver el 13 de noviembre con la famosa “marcha en defensa del INE”, es por ello que no comprendan que exista convicción y voluntad popular para acompañar al presidente más votado de México.

La convocatoria popular se hermana cuando hay tantos dolores y necesidad nacional, no se trata de haber quién junta más, sino cuántos han sido los agraviados históricos que se unen en una sola voz.

POR RICARDO PERALTA
COLABORADOR
@RICAR_PERALTA

MBL