EN LOS MARES DE LA EDUCACIÓN

Reprobados

Garantizar que los alumnos adquieran aprendizajes fundamentales para seguir aprendiendo, es clave para su bienestar, en todos sentidos

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / En los Mares de la Educación / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció recientemente que, a partir del segundo bimestre del ciclo escolar 2022-2023, se cancela la instrucción de no reprobar estudiantes a partir de tercero de primaria. El cambio es señal de que se busca regresar a la normalidad educativa, tras más de dos años de interrupciones y dificultades sanitarias. Sin embargo, me parece que hay que proceder con cautela por dos motivos.

En primer lugar, ¿realmente estamos en condiciones de regresar a la normalidad? La Secretaría de Educación Pública explicó que las autoridades iban a definir cómo “atender la falta de algunos aprendizajes”. El problema es que los estudiantes no sólo tienen algunas lagunas de aprendizaje; como mostré en la entrega anterior, la brecha es más bien del tamaño de un océano vasto, en el que están a la deriva muchos aprendizajes de años anteriores. Con ajustes menores al currículo actual, difícilmente se podrán subsanar las deficiencias.

El segundo motivo tiene que ver con los efectos de estas lagunas de aprendizaje en lo que la secretaria llamó “la salud de ánimo emocional, socioemocional” de los estudiantes. Cuando no entienden un tema, muchos alumnos sienten frustración. Los problemas de desempeño se convierten en malas calificaciones, que, a su vez, profundizan las inseguridades. Aparecen descriptores estigmatizantes como “lento” o “deficiente”, hasta que llega la boleta con una nota final reprobatoria. Esta narrativa es perniciosa en cualquier situación, pero, especialmente en la actual, puede exacerbar traumas preexistentes e, incluso, producirlos en donde antes no los había. 

Ante estos riesgos académicos y socioemocionales, es indispensable poner en marcha un programa remedial verdaderamente ambicioso. Éste podría incluir, por ejemplo, proyectos nacionales de reforzamiento de aprendizajes fundamentales —es decir, de las asignaturas de Español y Matemáticas— durante el horario escolar. También deberían ponerse sobre la mesa las clases o, cuando menos, los ejercicios de regularización durante los periodos vacacionales.

En el ámbito socioemocional, los programas remediales deben fomentar la inclusión y buscar formas de reconocer y reforzar las fortalezas de los estudiantes con dificultades, en lugar de asignarles números o etiquetas hirientes. 

Garantizar que los alumnos adquieran los aprendizajes fundamentales para seguir aprendiendo es un componente clave para su bienestar en todos los sentidos. No lo perdamos de vista.

POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO

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