POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

COP 27: Cae el telón

Algo muy grave está ocurriendo cuando tiene que establecerse un fondo como ese.

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Sharm El Sheikh, Egipto. Finalmente, la 27 Conferencia de los estados parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), concluyó en la madrugada del domingo 20 de noviembre, dos días después de lo previsto. La COP 27 alcanzó consenso sobre sus principales decisiones. Fue un éxito de negociación diplomática. Sin embargo, si se compara el resultado de la Conferencia con lo que está ocurriendo en el mundo real, la imagen que surge es mucho menos alentadora. La realidad es que el proceso multilateral de negociación para tratar de inducir una reducción de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), con base en la cooperación internacional, y de esa forma salvar al planeta de un catastrófico aumento de la temperatura global, hasta ahora no está teniendo éxito. 

Cada año hay una COP en la que, tras una intensa negociación, se alcanzan algunos acuerdos que mantienen viva la esperanza de que la humanidad logrará derrotar, en un futuro indeterminado, a la principal amenaza a su existencia colectiva, el cambio climático. Cada COP mantiene el proceso de negociación, en el que participan no sólo los gobiernos nacionales, sino los parlamentarios, gobiernos subnacionales, representantes del sector privado, las universidades y la sociedad civil. Pero todos estos esfuerzos no se están traduciendo en una reducción de los GEI.   

Desde hace meses se advertía que el tema más sensible de la COP 27 sería el relacionado con las “pérdidas y daños” que han sufrido naciones pobres, especialmente vulnerables al cambio climático. Es positivo que se haya acordado establecer un fondo especial para ayudar a esos países a enfrentar las consecuencias del calentamiento global, como son terribles inundaciones, intensas olas de calor y sequías prolongadas. Tristemente, sabemos que estos fenómenos no vienen solos. Traen aparejada la destrucción de infraestructura básica, disrupciones en la producción de alimentos, amenazan la salud de sus poblaciones, y muchas veces generan conflictos violentos que, además de la pérdida de vidas, ocasionan nuevas olas de desplazados y refugiados.  

Este nuevo fondo es un triunfo del numeroso grupo de naciones que menos han contribuido al cambio climático, pero son las que más están sufriendo sus consecuencias. Aunque tardíamente, recibirán un poco de justicia climática. Sus representantes volverán a casa con la satisfacción de que la comunidad internacional no los ha abandonado por completo, y que pueden mostrar algún resultado a sus poblaciones. 

Pero, en realidad, algo muy grave está ocurriendo cuando tiene que establecerse un fondo como ese. Su creación es necesaria precisamente porque las cosas no van bien. En lugar de haberse mitigado las emisiones de GEI en las últimas décadas, éstas se han duplicado desde 1990. Si en los últimos treinta años los principales emisores de GEI hubieran hecho un esfuerzo consistente para reducirlas, no se estarían creando herramientas para enfrentar las pérdidas y daños que están causando.

El Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la brecha de emisiones 2022, muestra que el mundo sigue muy lejos de alcanzar el objetivo del Acuerdo de París (2015) de limitar la elevación de la temperatura a un máximo de 1.5 grados centígrados. Las políticas de los gobiernos, principalmente de los países miembros del G20, dice este Informe, “apuntan a un aumento de la temperatura de 2.8 grados para fines de siglo. La implementación de las promesas actuales solo reducirá esto a un aumento de temperatura de 2.4-2.6 grados centígrados” para fines de siglo”. (wedocs.unep.org/bitstream/handle/20.500.11822/40932/EGR2022_ESSP.pdf?sequence=13).

Es evidente que existen fuertes resistencias e intereses que impiden el cambio estructural de las sociedades para derrotar al cambio climático. Al igual que sucedió en Estados Unidos y en Europa Occidental en el siglo pasado, hoy los principales países petroleros, y las grandes trasnacionales dedicadas a ese negocio, defienden la explotación de las energías fósiles, negando que esos combustibles sean los principales responsables de las emisiones de GEI. También se interponen poderosos intereses políticos en algunos de los principales países emisores. El resultado de las elecciones intermedias en Estados Unidos le devolvió a los republicanos el control de la Cámara de Representantes. Sus voceros ya han anunciado que se opondrán a los esfuerzos de la Administración Biden de acelerar la transición energética hacia fuentes de energía renovables. 

El Informe del PNUMA concluye que sólo una transformación acelerada de nuestras sociedades puede salvarnos de las peores consecuencias del cambio climático. Pero esa transformación no puede darse espontáneamente. Es condición indispensable que los gobiernos nacionales asuman un verdadero compromiso contra el cambio climático, adoptando planes realistas para la atracción de inversiones para nuevas energías renovables y no contaminantes, y proyectos productivos sostenibles.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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