APUNTES DE GUERRA

Los Ultras al abordaje

Son mustios, fascistas de toque moderno, algunos con mejores cortes de pelo o mejores sastres, pero siempre detrás de las mismas infatigables ideas que tanto daño han causado

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Se dicen conservadores, preocupados por la democracia, las libertades individuales y los valores cristianos. Respingan de inmediato si alguien les llama de extrema derecha. Y en efecto, no lo son, ni lo primero ni lo segundo/ estos son los ultras, los más radicales de la derecha que se mantiene aún en la legalidad, porque no llegan, hay que reconocerlo, a los niveles de los grupos neonazis, como ese que hace poco organizó una fiesta clandestina en las afueras de la Ciudad de México.

Hay quien piensa que justo por eso son peores y les llaman lobos disfrazados con piel de oveja, descripción a la que yo me opongo por mi enorme aprecio y admiración por los lobos. Lo que sí no discuto es que son mustios, fascistas de toque moderno, algunos con mejores cortes de pelo o mejores sastres, pero siempre detrás de las mismas infatigables ideas que tanto daño han causado alrededor del mundo.

Ahora están de manteles largos en la Ciudad de México por la reunión de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), grupo paraguas más conocido en Estados Unidos y que busca expandir su área de influencia a nivel continental. 

Los encabezan algunas figuras que fueron icónicas y hoy son mercaderes de logros antiguos, como Lech Walesa, otrora valiente líder sindical que se enfrentó al régimen comunista en Polonia y salió airoso, hoy reducido a cobrar por repetir cansados eslóganes ante públicos ávidos de simplezas y simplismos, y, agazapados detrás de su fama, algunos personajes bastante más nefastos:

Steve Bannon, asesor e ideólogo (sic) de Donald Trump, inventor y promotor de muchas de sus peores políticas, incluidas las del muro fronterizo y sus diatribas xenófobas, condenado en Estados Unidos por desacato al Congreso y acusado de fraudes relacionados con el susodicho muro. Eduardo Bolsonaro, hijo y reflejo fiel de su padre Jair, cuestionando (y negando) abiertamente los resultados de la reciente elección presidencial que perdió su padre. 

Eduardo Verástegui, actor y modelo que pasó de las fotos y viajes a ser activista antivacunas en plena pandemia y ahora defensor de nonatos. Un señor que se dice escritor, Pablo Munoz (sic) Iturrieta, que comete faltas de ortografía en el tuit fijado en que promueve sus libros, pero no tiene empacho en llamar a “llevar fuego sobre la tierra y que arda…” antes de recordarle al público mexicano que “debe estar orgulloso de su herencia cristera”.

Esos y muchos otros oradores coinciden en sus denuncias del comunismo, en su defensa de la libertad (en abstracto) y sus ataques a las libertades concretas, específicas. 

Es la ultraderecha anti-derechos, la que argumenta que el fin justifica los medios, la que ve en cada rincón una conspiración comunista judío-masónica homosexual promotora del aborto y la pederastia de la que, por supuesto, quieren salvar a la humanidad.

Y yo me pregunto, ¿quién nos salvará de esos salvadores? 

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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