COLUMNA INVITADA

La ciencia "no puede rendirse" durante la pandemia de COVID-19

Para acelerar la vuelta a la normalidad tras el COVID-19, los países están tomando diferentes decisiones

OPINIÓN

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Arturo Vázquez Leduc / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Para acelerar la vuelta a la normalidad tras el COVID-19, los países están tomando diferentes decisiones en cuanto a las medidas de protección que la población puede adoptar para mantenerse a salvo del COVID-19. No sólo mediante la relajación de las medidas sanitarias, como el distanciamiento físico y el uso obligatorio de mascarillas, que cada vez es menos evidente, la sociedad también empieza a bajar la guardia. Incluso a nivel mundial, los gobiernos ya no ven la necesidad urgente de invertir en vacunas contra la enfermedad.

Afortunadamente, la comunidad científica sigue investigando y desarrollando vacunas contra el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19.

Un ejemplo es la promesa de la ciencia del ARN mensajero (ARNm), una plataforma científica que se ha investigado y desarrollado durante décadas. Las vacunas de ARNm se diseñan utilizando la secuencia del virus, no insertando una versión debilitada o inactivada del propio virus. Las vacunas de ARNm contienen instrucciones sobre cómo crear una proteína que imita una parte del nuevo virus.

Con este plano, las células del cuerpo construyen las proteínas y las muestran al sistema inmunitario. Las células inmunitarias advierten que se trata de proteínas extrañas por lo que reaccionan y generan una respuesta inmunitaria para protegerse del virus. Moderna es la pionera de la plataforma de ARNm utilizada en terapias y vacunas.

En general, lo único que cambia de un medicamento con ARNm a otro son las instrucciones para producir proteínas que soliciten una respuesta inmunitaria. Esto significa que se puede utilizar la misma química, formulación y procesos de fabricación; que permite comprimir significativamente los plazos de investigación y desarrollo sin comprometer la calidad, la escalabilidad o la velocidad.

Esta es precisamente la razón por la que el tiempo de reacción al SARS-CoV-2 y sus subvariantes ha sido ágil. Esto ha sorprendido a una población que está acostumbrada a escuchar que la investigación y el desarrollo de vacunas puede llevar décadas, como se ha visto con otros virus, como la malaria y el VIH.

La posibilidad de disponer de vacunas en tiempos que en el pasado parecían improbables ha suscitado detractores de la vacunación. Sin embargo, la dedicación de cientos de científicos ha generado una plataforma de trabajo gracias a la cual hoy es posible desarrollar las vacunas necesarias para proteger a la población.

La falta de información ha hecho que un pequeño grupo de personas piense que el ARN afectará al ADN. En este sentido, hay que destacar que el ARN no puede alterar los genes. Sólo se dedica, en el caso de las vacunas, a provocar una respuesta inmunitaria contra un virus. El ARNm se descompone en el organismo en las 48 horas siguientes a la vacunación, por lo que al cabo de menos de dos días no queda ningún rastro de la propia vacuna en el cuerpo.

Es natural que, en un contexto de bajas hospitalizaciones, la idea de un esfuerzo de inmunización continua pueda parecer innecesaria. Sin embargo, hay que recordar que los virus pueden mutar y hacerse más fuertes. Por ello, los científicos de Moderna están trabajando con esta plataforma para generar nuevas vacunas que protejan contra las nuevas variantes del SARS-CoV-2, como la Omicron, a medida que vayan apareciendo, proporcionando una protección esencial a los grupos de riesgo, como los ancianos, los inmunodeprimidos y los menores.

La vacunación, por sí misma, no es una barrera para evitar el contagio. Sin embargo, es un mecanismo con una alta probabilidad de evitar hospitalizaciones graves y de reducir el llamado "long Covid", una serie de molestias a largo plazo que pueden reducir la calidad de vida.

Con la aplicación de las vacunas COVID-19, hemos asistido a una reducción de las ocupaciones hospitalarias. Del mismo modo, la protección inmunológica ha sido la clave para que la sociedad vuelva poco a poco a una cierta normalidad. La eficacia de la vacunación es tangible, incluso en la percepción de nuestro día a día.

Por esta misma razón, a través de las plataformas y tecnologías existentes, como el ARNm, los laboratorios seguirán trabajando para desarrollar vacunas que no sólo respondan a las nuevas variantes, sino que también permitan responder a otras enfermedades que amenazan con afectar a la vida cotidiana.

La inmunización periódica, es decir, anual, es necesaria por varias razones, una de las cuales es evitar una carga importante para los sistemas sanitarios, especialmente durante el invierno. Así, una población menos enferma es más activa y productiva. Dado el impacto de la parálisis temporal de la economía debido a la pandemia, invertir en mantener una población sana y, sobre todo, protegida es más que válido.

POR ARTURO VÁZQUEZ LEDUC

El autor es Director Médico de Asofarma de México y especialista en Medicina Interna del Hospital Ángeles del Pedregal y de la ULSA.

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