DE LEYENDA

Mis mundiales (parte 2)

Creo que todos los mexicanos tenemos mucha ilusión de ir a los Mundiales, no por nada la cifra de mexicanos es tan alta en cada evento. Yo me siento particularmente agradecido de haber podido ir a ese, junto con amigos tan queridos

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Mundial del 90 se realizó en Italia. En ese tiempo, la Liga Italiana era las más importante a nivel mundial; los mejores jugadores del mundo militaban en las escuadras del Calcio; en el AC Milan había una tercia de holandeses que ya habían impresionado al mundo ganando la Eurocopa de 1988: Ruud Gullyt, Frank Rijkaard y Marco van Basten. En el Inter de Milán, jugaban tres alemanes: Andreas Brehme, Lothar Matthaus y Jürgen Klinsmann. En el Napoli, Diego Armando Maradona y los brasileños Careca y Alemao.

Con tantas figuras el evento pintaba para ser una gran fiesta y así fue. México desgraciadamente no pudo acudir, ya que fue sancionada por aquel penoso tema de los cachirules. Así que, fiel a mi costumbre, tome el estandarte de los Países Bajos, aunque también me gustaba la Selección Italiana, que no solo era local, sino contaba con una plantilla muy completa. Mis amigos de la universidad y yo nos organizamos para ver la inauguración en el departamento de uno de ellos, Fernando Remes.

¿Ustedes también hacen un ritual de las inauguraciones de los Mundiales? Nosotros en esos tiempos compramos comida, botana y cervezas. Recuerdo que, sobre todo, estábamos llenos de entusiasmo. Poco suele hablarse de las ceremonias de inauguración de los Mundiales, se viven con intensidad ese día, pero después son opacadas por los partidos. Después se llevó a cabo el partido de Argentina (campeona del mundo en 86) frente a Camerún. Recuerdo aquel gol mítico de Francois Omam-Biyik, quien, con un salto impresionante, remató de cabeza para vencer al portero argentino y conseguir un sorpresivo triunfo para la escuadra africana.

El Mundial tuvo encuentros fascinantes, como aquella semifinal celebrada en el estadio San Paolo, en Nápoles (casa de Diego Armando Maradona), donde Argentina vence en penales a Italia y le priva al país anfitrión de la final soñada. A la postre, la albiceleste enfrentaría a la Alemania de Franz Beckenbauer, y con un penal polémico marcado en contra de los argentinos por parte del árbitro mexicano, de origen uruguayo, Edgardo Codesal, los teutones vencieron 1-0 a los argentinos, levantando la Copa del Mundo.

En 1994, el Mundial se llevó a cabo en los Estados Unidos. Para ese entonces, yo era ya un joven profesionista y viví el Mundial de una forma distinta. Tenía trabajo y responsabilidades, ya no podía dedicar varios días completos a disfrutar los partidos y tampoco podíamos reunirnos todos los amigos; aún así, siempre es posible darnos un tiempo de oficina para oír o ver los partidos. Supongo que todos nos hemos organizado entre compañeros para encontrar una estrategia que nos permita estar al tanto de los Mundiales.

En ese año todos sentíamos una ilusión muy particular, México contaba con una muy buena selección que construyó César Luis Menotti y que heredó el técnico mexicano Miguel Mejía Barón, quien en 1993 nos había llevado a la final de nuestra primera Copa América, después de haber hecho un maravilloso torneo. Gracias a eso, los aficionados mexicanos teníamos altas expectativas para este torneo y vivimos cada partido con mucha intensidad.

Nuestra ilusión sobrevivió al momento más surrealista que recuerdo en un partido de la selección, cuando tras el remate de Luis Roberto Alves Zague, el balón simplemente no quiso entrar, una de las razones por las que perdimos de forma sorpresiva ante Noruega.

En el segundo partido el Tri venció 2-1 a Irlanda, con doblete de Luis García; después empató dramáticamente 1-1 con Italia, con aquel golazo de fuera del área de Marcelino Bernal, con eso accedimos a la ronda de octavos de final para enfrentar a Bulgaria. El partido no inició como esperábamos, y al minuto 6, Hristo Stoichkov ya nos había hecho un gol, pero esta selección nos había enseñado que podía levantarse de ese tipo de golpes y, solo 12 minutos después, Alberto García Aspe igualaría los cartones mediante un tiro penal. 

Tras eso, el partido entró en una tensión que duró los 90 minutos en los que la selección mexicana empezó a dominar, pero sin poder lastimar al rival. Los tiempos extras fueron eternos y Miguel Mejía Barón decidió no realizar un solo cambio, a pesar del calor extenuante y el cansancio visible de algunos jugadores, dejando en la banca a jugadores muy importantes como Hugo Sánchez o Carlos Hermosillo. El partido concluyó 1-1, y México perdió en penales. Sin duda un duro golpe para todos, pues parecía que esa selección daba para más. Y de nuevo no llegamos al quinto partido.

Recuerdo que durante años después seguíamos haciendo chistes sobre eso. Aun ahora recuerdo uno sobre que no podíamos mandar a Mejía Barón por las tortillas, porque se quedaba con los cambios. Estoy seguro de que muchos de ustedes podrán aportar muchos más a la colección. Todos sabemos que los mexicanos lidiamos con lo que nos duele haciendo chistes.

La final se jugó entre Brasil e Italia, y también se definió en ronda de penales; lo más significativo el penal errado por Roberto Baggio, uno de los mejores jugadores del mundo. Brasil levantó la Copa del Mundo una vez más. Para ese entonces era el único tetracampeón.

Cuando nos enteramos que el Mundial de 1998 sería en Francia, mis amigos Jorge, Alejandro y yo decidimos que teníamos que ir, así que hicimos un gran esfuerzo por ahorrar el dinero del viaje y los boletos. Creo que todos los mexicanos tenemos mucha ilusión de ir a los Mundiales, no por nada la cifra de mexicanos es tan alta en cada evento. Yo me siento particularmente agradecido de haber podido ir a ese, junto con amigos tan queridos.

Llegamos a Lyon, Francia, el mismo día que debutaba el Tri contra Corea del Sur; recuerdo la alegría que sentí al ver salir a la Selección Mexicana y las lágrimas de emoción al entonar nuestro Himno Nacional en ese estadio y en ese país que no era el nuestro. El partido fue una fiesta y con dos goles del Matador Luis Hernández y otro de Ricardo Peláez, México venció 3-1 a los asiáticos. Al terminar el partido, las calles de Lyon se llenaron de aficionados mexicanos que cantábamos, bailábamos y gritábamos de júbilo.

El siguiente partido de México sería contra Bélgica, siete días después. Usamos ese tiempo para pasear por Paris. Caminando por la ciudad nos encontramos un tumulto de gente en una plaza; se había juntado para ver a su selección en contra de la selección de Arabia Saudita, en unas mega pantallas que se había colocado en uno de los extremos. Jorge llevaba puesta la playera de Francia, con el número 10 en la espalda de Zidenide Zidane, figura emblemática de su selección y de quien se esperaba llevara a Francia a ganar su primera Copa del Mundo. Fue impresionante para mí ver como la ciudad entera estaba en las calles y como los gobiernos reaccionaban a esa euforia facilitando el acondicionamiento de espacios públicos, es indudable que pese a la diferencia entre nuestras culturas y nuestras condiciones, por un momento, el futbol nos une.

Francia ganaba el partido 1-0, pero al minuto 70, Zidane pisó deliberadamente a un adversario, y el árbitro mexicano, Arturo Brizio, lo expulsó. Las miles de personas congregadas en la plaza abuchearon la decisión, y Jorge y yo por precaución, no fuera a ser que nos reconocieran como mexicanos y vengaran en nosotros lo que consideraban una afrenta, decidimos abandonar la plaza, mientras en las pantallas se veía como Zidane abandonaba la cancha. A pesar de nuestros temores y al vernos salir de la multitud, los galos nos ovacionaron por la playera de Jorge que hizo suya la frustración y agradeció en nombre de Zidane el tributo.

Nuestro viaje siguió en Burdeos para ver al Tri empatar con Bélgica, después de ir perdiendo 2-0 para después enfrentar a Países Bajos por el pase a octavos de final; ese partido histórico en el que el Matador consiguiera el empate en el último segundo del partido. Recuerdo el grito de los miles de aficionados en el estadio. Al final mexicanos y neerlandeses clasificamos y celebramos juntos en los bares de Saint Etienne.

El partido de octavos frente Alemania fue uno de los mejores partidos para nuestra selección, desafortunadamente no matamos a los alemanes y lo pagamos después, al final Alemania nos venció 2-1, dejándonos fuera del mundial.

La final fue entre Francia y Brasil, y con dos files de Zinedine Zidane y otro de Emmanuel Petit, los galos levantaron su primera copa del mundo.