CASCABEL AL GATO

El sistema de representación a debate

De ahí que la pobreza del debate no se deba tanto a un problema de la polarización sino al absoluto desconcierto de la oposición

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En estos días he leído numerosas columnas que comienzan quejándose de la calidad del debate en torno a la reforma electoral propuesta por el Ejecutivo. Penosamente voy a tener que coincidir en el cliché, pues la falta de voluntad para discutir puntualmente la reforma es apabullante. Esta negligencia nos roba la oportunidad de tener una deliberación colectiva sobre cómo mejorar la calidad de la democracia y de un balance sobre el proyecto de la “primera transición”, su legado y sus deudas.

Pero en una cosa me voy a permitir disentir. Muchas de estas críticas suelen explicar la calidad de debate equiparando las responsabilidades del oficialismo y de la oposición. Desde este punto de vista, el debate sobre la reforma electoral habría sido absorbido por la polarización y disuelto en el enfrentamiento de dos bandos que se tiran con las mismas consignas de siempre.

Sinceramente no me parece que este sea el caso.

Luego de casi cuatro años de gobierno la oposición no ha podido encontrar otro tipo de discurso que no sea apelar al inminente apocalipsis que tenemos en frente. Su única apuesta seria ha consistido en pronosticar el desastre y esperar a acertar en alguna ocasión. Desde lo económico hasta las relaciones con Estados Unidos hasta ahora, donde lo que está en juego es “la defensa de la democracia”.

Es con ese tipo de consignas que se ha convocado a una marcha el próximo fin de semana. Me pregunto: ¿Qué debate puede existir si una de las partes asume que lo que está en riesgo es la democracia como tal?

De ahí que la pobreza del debate no se deba tanto a un problema de la polarización sino al absoluto desconcierto de la oposición.

Se puede estar de acuerdo o no con la propuesta del gobierno, pero hay que reconocer que detrás de la reforma hay un análisis, una posición política y una evaluación de nuestra historia reciente muy clara. Para el debate se necesitan dos y hoy yo no veo argumentos más que de un lado.

La reforma electoral no se reduce al INE, sino trata cuestiones como el costo de la política y su financiamiento, el papel de los partidos políticos y los mecanismos electorales que mejor pueden expresar la existencia plural de la sociedad con sus cambiantes relaciones de fuerza. Todas cosas que, más allá del destino de la reforma, una oposición verdaderamente democrática debería estar en condiciones de poder debatir.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
COLABORADOR
@ADRIANVR7

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