TIEMPO DE INFRAESTRUCTURA

Sector privado, sí

La competencia en los procesos de desarrollo de infraestructura es necesaria y genera valor agregado en temas de innovación

OPINIÓN

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Adolfo X. Zagal Olivares / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las grandes obras de infraestructura de México las han realizado ingenieros civiles con base en estudios y proyectos de diferentes grupos multidisciplinarios que incluyen ingenierías con diferentes especialidades, abogados y financieros especialistas en la materia, así como una gran cantidad de instituciones público y privadas que participan y brindan valor para el desarrollo del sector nacional.

En días pasados, diferentes Confederaciones y Cámaras del país como la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y la Cámara Mexicana de la Construcción (CMIC) han levantado la voz para exigir que la intervención del sector privado en el desarrollo de las obras de infraestructura no sea sustituida por la participación del Ejército. Las razones son muchas. La CMIC estima que han quebrado dos mil 500 empresas dedicadas a la industria de la construcción generando un desempleo considerable o que busquen alternativas para subsistir.

Las razones más importantes por las que el gobierno federal ha tomado esta decisión son principalmente: la corrupción que ha existido en la realización de las obras y aunque no lo señala explícitamente, el “ahorro en tiempos” en procesos de licitación/adjudicación. 

Incluso se ha llegado al grado de señalar que la adjudicación a las fuerzas armadas es con fundamento en la seguridad nacional. Pues bien, esas razones no son suficientes ni justificables puesto que, por un lado, nadie puede garantizar que la corrupción se ha erradicado ahora que las obras magnas de infraestructura están en manos del Ejército. La calidad moral de un gobierno o institución no es suficiente. 

Por otro lado, el ahorro en tiempo y la eficiencia en el gasto tampoco han sido un argumento sólido. El mejor ejemplo es el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). El presupuesto estimado originalmente por autoridades federales fue de 75 mil millones de pesos. El costo estimado hasta hoy es de 120 mil millones de pesos, según datos del gobierno federal. La obra se inauguró en tiempo y forma con los tiempos políticos, pero no ha cumplido con una operación eficiente.

Lo grave de esta situación es el precedente. Esta situación debe ser coyuntural,

pero no estructural. Nos ha salido más caro no respetar los procesos de planeación y desarrollo de los proyectos de infraestructura. Los análisis y estudios de factibilidad técnica, económico-

financiera y legal son condición sine qua non para evitar al máximo sobrecostos y obras sin terminar. 

No es concebible pensar que ya llevas avance en obras cuando todavía no tienes un estudio Costo-Beneficio que te permita determinar la rentabilidad social del proyecto o, peor aún, no analizar si el proyecto es viable a través de un modelo de inversión mixta y esos miles de millones de pesos que gasta el gobierno no se destinen a obras de desarrollo social o programas sociales en beneficio de la población más necesitada. 

Y una vez que un proyecto es factible, la viabilidad del mismo se lleva cabo de procesos transparentes y competitivos. La corrupción en los procesos de adjudicación se puede evitar y existen mecanismos para asegurar la transparencia de los mismos. Recordemos, modelos y procesos no son corruptos. Las autoridades fiscalizadoras, que deben ser expertas en la materia, deben supervisar el cumplimiento de la normatividad a cabalidad de las instituciones que lleven a cabo los procesos de adjudicación. 

Que el Ejército realice obras de infraestructura ha salido caro. Cuentan con un nivel de aceptación importante de la población en las acciones inherentes al ejercicio de sus actividades. México ha contado y cuenta con especialistas de calidad mundial en infraestructura, prueba de ello son obras como la Vía Ferroviaria El Chepe, el Aeropuerto Internación Benito Juárez de la Ciudad de México, El Puerto de Veracruz, el Puerto de Manzanillo, la presa La Yesca, el Puente Baluarte de la autopista Durango Mazatlán, entre otras. El sector público y el privado deben retomar alianzas y fortalecer el desarrollo de la infraestructura nacional. Hoy más que nunca el Sector Privado sí.

POR ADOLFO X. ZAGAL OLIVARES
SOCIO GEA INFRAESTRUCTURA
AZO@GEAINFRAESTRUCTURA.MX Y ZAGALADOLFO@GMAIL.COM

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