LA ENCERRONA

Militarización, polarización y alianzas

Es evidente que el Ejército ha trascendido sexenios, partidos políticos y presidentes; López Obrador pasará a la historia por extender su permanencia en las calles

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Después de largas discusiones, jaloneos (con moción suspensiva incluída), alianzas rotas y otras en camino de consolidación, el Senado aprobó la modificación que, de manera general, permite la permanencia de las Fuerzas Armadas para realizar labores de seguridad pública hasta 2028, es decir, la consolidación de la Guardia Nacional bajo mandos militares. En breves palabras, lo aprobado en la Cámara Alta fue la extensión de la militarización en nuestro país. Los partidos que votaron a favor fueron Morena, PRI (Ruiz Massieu, Beatriz Paredes y Osorio Chong votaron en contra), PVEM, PRD (votó en contra Juan Manuel Fócil), PT y PES, logrando 87 sufragios y; en contraparte, consiguieron 40 votos en contra los partidos de  PAN, Movimiento Ciudadano y el llamado Grupo Plural.

En este sentido, además de leer entre líneas una alianza -de facto- entre Morena y el PRI, el desvanecimiento de lo que alguna vez se llamó Va por México y quizá un acercamiento de MC con el PAN de cara a las presidenciales de 2024, se refleja la gran polarización que vive el país. En un extremo se encuentra la visión de que una nación militarizada es una que va en el camino del autoritarismo y, más aún, en el derrotero de una dictadura. Es un gusto hacer comparaciones con Cuba y Venezuela, en este lado, se suele comparar a López Obrador con Hugo Chávez, con Fidel o hasta con Stalin.

Desde el polo contrario, los comentarios son todos a favor de lo que realice y diga el inquilino de Palacio Nacional. Los comentarios más al extremo, comparan al tabasqueño con Benito Juárez, con Flores Magón, incluso con Churchill y demás próceres del mundo democrático. Por ende, en esta trinchera, se defiende a capa y espada la militarización del país o el espionaje -ahora revestido de “inteligencia” o la deforestación o la deforestación en el sureste del territorio nacional o el señalamiento diario a la prensa o una extensa lista de etcéteras.

Parece que en México no hay cabida para los tonos grises. Si alguno de los dos bandos osa decir que “la militarización es conveniente en este momento”, inmediatamente será tildado de “chairo”, en el espejo de la conversación, si alguien afín a López Obrador insinúa que “sí se está haciendo un ambienticidio gracias al Tren Maya”, el linchamiento, ya sea en redes o en una charla familiar, vendrá como un alud. Sin embargo, aún sabiendo que la política no es objetiva, el tema de la militarización no se puede ver con la lente de la polarización y, mucho menos, como un porrista que está a favor o en contra de su equipo favorito o del archirrival, respectivamente.

Así, es evidente que el Ejército ha trascendido sexenios, partidos políticos y presidentes. Si bien los servicios de seguridad pública realizados por las Fuerzas Armadas comenzó con Felipe Calderón y se mantuvieron con Peña Nieto, es muy claro que López Obrador pasará a la historia por extender su permanencia en las calles. También es un hecho que en campaña prometió regresar a los cuarteles a los soldados y ha dado el bandazo. Empero, la situación que vivimos en materia de seguridad y crimen organizado, ha dado un golpe de realidad y, también es verdad que la estrategia de la militarización no ha tenido buenos resultados. Se deseaba que la nueva estrategia debería generar condiciones para que sean las policías y no los militares quienes se hagan cargo de la seguridad ciudadana.     

POR ADRIANA SARUR
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