COLUMNA INVITADA

Acelerar la igualdad desde los centros de trabajo

México es uno de los países con la jornada laboral más larga; sin embargo, eso no se traduce necesariamente en una mayor productividad

OPINIÓN

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Magda Zulema Mosri Gutiérrez / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La reciente propuesta de reforma a la Ley Federal de Trabajo, que amplía de seis a 12 los días de vacaciones pagadas a partir del primer año de servicio, ha renovado la discusión respecto a las prácticas laborales en México: un sector considera que este incremento afectará a las micro y pequeñas empresas, en tanto que, para otras personas, esta medida mejora las condiciones laborales del país e incentiva la productividad.

México es uno de los países con la jornada laboral más larga; sin embargo, eso no se traduce necesariamente en una mayor productividad. La falta de condiciones dignas en el empleo: la inestabilidad laboral, el acoso y hostigamiento laboral y sexual, la ausencia de prestaciones y la dificultad para equilibrar la vida personal con la laboral tienen implicaciones en el desempeño de las personas trabajadoras y en la sociedad.

El confinamiento generado por el COVID-19 sumó para las mujeres más horas de trabajo no remunerado a sus jornadas diarias, restándoles —en consecuencia— tiempo para su autocuidado, esparcimiento y capacitación, lo que agrava la desigualdad ya existente. Paradójicamente, aunque la pandemia demostró que el trabajo de cuidado es el más importante para las sociedades y familias, no se reconoce el valor que éste aporta a la economía y que —de acuerdo con estimaciones— en 2020 alcanzó un valor de 6.4 billones de pesos, equivalente a 27.6 por ciento del PIB nacional.

Reconocer el valor e importancia social del trabajo del hogar y de cuidados, implica la transformación de las prácticas laborales remuneradas y transformar la idea de que las personas viven sólo para trabajar, ya que esta percepción oculta las necesidades de descanso, esparcimiento y autocuidado de las personas, lo que invisibiliza el trabajo que se requiere para llevarlas a cabo y a las personas que lo realizan: mujeres, principalmente.

Las personas somos seres integrales y los Estados tienen la obligación de adoptar medidas para que podamos desplegar nuestros proyectos de vida libremente, con igualdad de oportunidades y sin discriminación, situación que precisa la participación activa de los particulares. Los centros de trabajo —públicos y privados— tienen la responsabilidad de propiciar una mejora continua en las condiciones de vida de las personas, no sólo mediante la prestación de los servicios o la producción de los bienes que les compete, sino fomentando relaciones laborales libres de violencia y liderazgos empáticos. Si bien, el desarrollo pleno de los seres humanos va más allá del trabajo remunerado, es a partir de éste que pueden crearse condiciones laborales que permitan a las y los trabajadores desarrollar sus potencialidades y atender sus responsabilidades de cuidado y autocuidado equitativamente; tarea indispensable para revertir la desigualdad generada por la división sexual del trabajo.

Con la publicación en el Diario Oficial de la Federación, el 23 de octubre de 2018, de la Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2018 Factores de riesgo psicosocial en el trabajo-Identificación, análisis y prevención, se abrió el debate público respecto a la repercusión de promover entornos organizacionales favorables, entendiendo éstos como aquellos que promueven el sentido de pertenencia de las y los trabajadores, su formación, la delimitación precisa de responsabilidades, la participación proactiva del personal y una distribución adecuada de las cargas de trabajo, para prevenir trastornos como la ansiedad, la alteración del ciclo del sueño, estrés grave o la exposición a acontecimientos traumáticos severos o a actos de violencia laboral. Es decir, se está reconociendo la necesidad de que los centros de trabajo protejan la integridad física y mental de las personas.

Las medidas que esta Norma Oficial Mexicana establece para prevenir y/o mitigar los factores de riesgo psicosocial o las prácticas opuestas al entorno organizacional favorable, precisan que las instituciones cuestionen y replanteen sus modelos de liderazgo e identifiquen los prejuicios existentes en su interior respecto al teletrabajo, los horarios flexibles u otras dinámicas laborales no tradicionales, así como que logren determinar si al adoptar nuevas modalidades de trabajo no están vulnerando también derechos del personal u ocultando sus necesidades de descanso, esparcimiento, cuidado y autocuidado, y con ello, convalidando prácticas que no abonan a la corresponsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados.

La ampliación de los días para las vacaciones subraya la trascendencia que el descanso tiene para las personas, lo que significa, sin duda, un gran avance. Aprovechemos este impulso para reconocer también el valor que tiene el trabajo para el sostenimiento de la vida y pensemos en cómo mejorar las prácticas laborales para acelerar la participación de los hombres en éste, ya que su ausencia del trabajo doméstico y de cuidados nos está privando también de las valiosas aportaciones que desde éste podrían brindar a la sociedad.

POR DRA. MAGDA ZULEMA MOSRI GUTIÉRREZ
MAGISTRADA DE LA SEGUNDA SECCIÓN DE LA SALA SUPERIOR Y PRESIDENTA DE LA COMISIÓN PARA LA IGUALDAD DE GÉNERO DEL TRIBUNAL FEDERAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA
TWITTER: @Z_MOSRI

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