DESDE AFUERA

¿Gaffe diplomático o jugada política?

Dada la sólida tradición diplomática de Brasil, la política externa de Lula da Silva puede ser socavada por sus problemas domésticos

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador y varios miembros de su gobierno felicitaron al "hermano y compañero Lula", Luiz Inácio Lula da Silva, por su victoria en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, hicieron algo más que un gaffe diplomático.

Y no es mala idea cuando se considera que la alternativa es Jair Bolsonaro, el actual presidente de Brasil y representante de una derecha literalmente desaforada.

Sin embargo, la felicitación a Lula es algo más.

Podría ser tal vez el final de la tradicional y formidable competencia entre Brasil y México por el liderazgo regional, una en la que nuestro país obstaculizó por años al proyecto hegemónico brasileño y en la que diplomáticos del primer gobierno de Lula llegaron a describir a México como una nación que "abandonó" a Latinoamérica por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Pero en 2019, fue la administración de López Obrador la que revitalizó la languideciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), originalmente lanzada por el gobierno de Lula para acotar propuestas del venezolano Hugo Chávez y asegurar la influencia brasileña en América del Sur.

Ahora la izquierda busca plantear a la Celac como alternativa a la Organización de Estados Americanos.

La comunidad en cuanto a pensamiento progresista, podría ser el factor de acercamiento entre la administración AMLO y Da Silva, aunque uno represente un país y un gobierno eminentemente introspectivo y el otro vea la política exterior como un instrumento de desarrollo. 

El hecho es que, es difícil imaginar que el gobierno de AMLO felicitara a Bolsonaro si el voto lo hubiera favorecido.

Las congratulaciones del Presidente de México y su equipo se conjugan con las de otros representativos progresistas, que en términos reales, trataron de compensar con entusiasmo retórico el desencanto por los inesperados avances de la derecha y mantener su apoyo por la idea de una integración regional de izquierda, bajo el liderazgo de Lula da Silva.

No obstante, las capacidades políticas del izquierdista brasileño estarán a prueba, menos en el ámbito internacional, como esperaban sus partidarios y amigos, sino en lo doméstico, donde enfrentará un Congreso de derecha.

Y aunque no son cuestiones necesariamente excluyentes, dada la sólida tradición diplomática de Brasil, la política externa de Lula puede ser socavada por sus problemas domésticos.

En ese marco, el Grupo de Puebla, que agrupa a los principales dirigentes de la izquierda democrática –incluso Lula, pero no AMLO–, celebró el domingo el resultado de la votación.

En opinión del grupo, la segunda vuelta será una opción "entre el futuro o el regreso al pasado, entre la justicia social o el imperio de los privilegios, entre un Brasil respetado internacionalmente, liderando la integración latinoamericana o uno ensimismado en un nacionalismo falso, que no defiende la patria, sino que la arruina".

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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