Seguramente, en varias ocasiones durante tu interacción diaria con la red has notado mensajes emergentes que hacen de tu conocimiento que un sitio “Utiliza cookies para navegar” y te solicita aceptarlas; o bien, dirigirte a la política de cookies para editarla conforme a nuestras preferencias y las posibilidades del sitio en el que se encuentra. Al pensar en estas “cookies para navegar”, ¿qué es lo primero que viene a tu mente? Probablemente algunas personas imaginarán una divertida escena de galletas –cookies, en inglés– caracterizadas como marineros navegando en alta mar. Sin embargo, esta interpretación es bastante lejana de lo que realmente son las cookies.
Como parte de la cultura digital, es necesario conocer los elementos con los que interactuamos en nuestro día a día, para así tomar decisiones informadas, prevenir riesgos y posibles amenazas. Nuestra identidad digital se conforma por todas nuestras interacciones en el ciber spacio las cuales definen nuestro “yo” digital. Desde que dispositivos utilizamos, cuentas creadas, publicaciones, sitios que visitamos, entre otros comportamientos y las cookies no son la excepción dentro de este conjunto de variables.
Comencemos por definir de manera muy simple ¿qué son las cookies? Podemos decir que son pequeños archivos que se almacenan en nuestro navegador o servicio, los cuales pueden ser utilizados para distintos fines, como la vinculación usuario-servicio. Existe una gama de cookies bastante amplia, algunos ejemplos son:
• Personalización: Adaptación de contenidos para mejorar la experiencia del usuario. Un ejemplo sencillo de esto es cuando accedemos a un sitio de compras en línea y lo primero que nos pregunta es nuestra ubicación y preferencia de lenguaje.
• Persistentes: Son aquellas que recuerdan nuestro inicio de sesión y direccionan directo a nuestra cuenta o perfil sin necesidad de ingresar usuario y contraseña. • Terceros: Recolectan información del usuario y son enviadas a terceros con fines de marketing o publicitarios.
A simple vista que las cookies son un elemento inofensivo y que podríamos ser laxos en su tratamiento. No obstante, no tratarlas de manera adecuada podría dejar expuesta mucha información y dar paso a la ciberdelincuencia para tomar ventaja de nuestra falta de precaución. Algunas buenas prácticas para salvaguardar nuestra privacidad digital son:
• Antes de aceptar arbitrariamente, debemos de leer cuidadosamente las políticas de cookies y aceptar solamente aquellas con las que estamos de acuerdo. Si un sitio menciona que se debe aceptar las cookies para navegar en él sin contar con una
política clara y adecuada, es una señal de malas prácticas, por lo que lo mejor es salir del mismo.
• Cierra sesión en todos los dispositivos cuando termines de utilizar algún servicio, como puede ser tu cuenta correo electrónico. Si los atacantes logran acceder a tu navegador pueden robar tus cookies persistentes y tener un pase directo a la cuenta.
• Puedes utilizar navegadores como Brave o add-ons para el bloqueo automático de cookies que no son indispensables para el correcto funcionamiento del servicio, como pueden ser de rastreo o publicitarias.
• Limpia frecuentemente tu historial de navegación. La acumulación de cookies entre otros archivos temporales puede causar que nuestro navegador sea lento.
Este es uno de los muchos temas que pueden ser tratados a mayor profundidad durante una campaña de cultura y conciencia digital. En Metabase Q creemos firmemente en la educación como pieza clave para crear entornos digitales resilientes y seguros, por lo que ponemos al alcance de tu organización entrenamientos y talleres especializados sin importar el giro, madurez o tamaño. Hablar de ciberseguridad es hablar de personas.
POR RAFAEL SANTANA
@METABASEQ
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