CASCABEL AL GATO

Corrupción y acumulación de capital

La postura clásica de la izquierda marxista habrá que buscarla en ese brillante capítulo de El Capital sobre la acumulación original del capital. Ahí Marx detalla el origen no-económico del modo de producción capitalista

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Se puede estar de acuerdo o no con las ideas que el presidente expresa en las “mañaneras” pero es notable que sus dichos dan cuenta de una cosmovisión articulada y original. La cuestión es mucho más sorprendente si se considera que los últimos tres presidentes fueron más bien chatos a la hora de explayarse en su comprensión de la historia del país. Ni Vicente Fox, ni Calderón y mucho menos Peña Nieto se caracterizaron por dar este tipo de debates.

Esta semana, López Obrador volvió a exponer su peculiar explicación respecto a los orígenes de la desigualdad en el país y para ello se permitió discutir ideas que han acompañado a un sector de la izquierda. Intelectuales y militantes formados en el marxismo desecharon el debate y se lamentaron de no contar con un presidente egresado de sus círculos de estudio. Me parece que con esa actitud nos perdemos de la posibilidad de que estos debates permeen a sectores más amplios de la población.

La postura clásica de la izquierda marxista habrá que buscarla en ese brillante capítulo de El Capital sobre la acumulación original del capital. Ahí Marx detalla el origen no-económico del modo de producción capitalista. Se trataría de un conjunto de medidas y situaciones muy heterogéneas pero que habrían provocado la coexistencia de una masa que sólo disponía de su mano de obra para venderla en el incipiente mercado de trabajo y una clase que privatizó los medios de producción.

Por su parte, el presidente destacó el papel que en el país habría jugado la corrupción en este proceso de acumulación. Apuntó a la complicidad del poder político en el amasamiento de grandes fortunas y en la transferencia de bienes y servicios públicos ofertados por el Estado al mercado. Hasta aquí un inadvertido punto de coincidencia que señala la importancia de factores no económicos.

Tomando en cuenta no sólo la consistencia histórica de la explicación (que habría que probar) sino su eficacia política, la moraleja del presidente pone foco en el papel del Estado, ubicándolo como un enclave sin el cual no se entiende la desigualdad de clases y su reproducción.

Pero ¿por qué debería importarnos esta discusión? Pues si el Estado ha desempeñado un papel central en la estructura de clases, se puede esperar que pueda convertirse en un factor de mitigación e incluso erradicación de las desigualdades económicas. Y es aquí donde las coincidencias se acaban, pues para el marxismo ni el Estado ni el derecho pueden ocupar ese lugar pues se trata de aparatos de dominación.

Y si seguimos el hilo de la argumentación, sin duda nos encontraremos con más debates importantes para ese amplio y plural espacio de las izquierdas en México. Es evidente que López Obrador nunca obtendrá su certificado de buen marxista, pero él ha dejado muy claro que su tradición hay que buscarla en otro lado. Bienvenido el debate.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
COLABORADOR
@ADRIANVR7

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