COLUMNA INVITADA

Dinamitar puentes, un acto desesperado

Es el mismo Presidente el que utiliza afirmaciones sin sustento, usa apodos y también miente

OPINIÓN

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Georgina Trujillo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Que haya polémica”. Esa es la posición del Presidente sobre los desencuentros entre su Secretario de Gobierno -y virtual candidato a la presidencia- Adán Augusto López y varios gobernadores de oposición, a causa de sus diversas y desafortunadas declaraciones esta semana.

Al tiempo que Andrés Manuel pide polémica, también sugiere que se eleve el nivel de debate entre el gobierno y la oposición, en el marco de las reformas constitucionales para ampliar las labores del Ejército y para desarticular al INE. 

Pero es el mismo presidente quien todos los días realiza afirmaciones sin sustento ni sustancia. Utiliza apodos y descalificativos personales para sus adversarios, o bien, sencillamente miente con desfachatez sobre datos o hechos de su gobierno. 

Los dimes y diretes provocados por Adán Augusto la semana pasada no fueron producto de la casualidad. Más bien fueron declaraciones calculadas para provocar justo lo que consiguieron, distraer -de nuevo- la conversación nacional hacia lo llanamente escandaloso pero difícilmente relevante para la realidad nacional. 

Poco importa para la sociedad si el secretario afirma que la inteligencia de una persona está directamente relacionada con vivir en el norte o sur del país, o que abra la posibilidad de candidatear a un militar a la Presidencia de la República. 

Se trata de más de lo mismo: palabras carentes del peso de los hechos. 

Son puentes que se dinamitan de forma premeditada. Porque en nuestros días la polarización y lo viral venden; importa lo inmediato, no lo relevante. La corta visión de este gobierno lleva como premisa el refrán, “ a río revuelto, ganancia de pescadores”; y si no hay ganancia, que todos pierdan por igual.

Con esta estrategia, si al caso, el presidente solo gana tiempo. El sexenio se le va de las manos a paso acelerado y cada declaración disparatada de su parte, o de cualquier funcionario a quien él designe como el próximo centro de polémica, retrasa el sangrado de una herida mortal al interior. 

Mientras tanto, poco a poco salen a la luz más datos sobre el profundo entramado de corrupción al interior del gobierno y militares. Salen más evidencias de acuerdos ilegales con el crimen organizado, malversaciones de fondos en obras de infraestructura, redes de extorsión y hasta controles de precios en insumos básicos para la población. 

Es la criminalidad como forma de vida y la corrupción como mentalidad. Lo que dijo el Presidente que iba a erradicar desde el día uno de su gobierno, más bien se multiplicó y empeoró. 

Hoy, grandes zonas del país son auténticas zonas de guerra y a lo único que se han limitado las autoridades es a administrar el conflicto. Mientras el presidente hace politiquería, todo lo demás que hace funcionar a un país se va rápido por la borda. 

La economía sigue en un proceso inflacionario y no falta mucho para que se salga totalmente de control. Nuestra moneda está en riesgo de sufrir una fuerte depreciación a medida que la deuda pública crece y las cadenas productivas del país se debilitan. 

El gobierno habla de fortalecer el mercado interno, sin embargo, su idea de hacerlo es una estrategia de control de precios. Habla de gobernabilidad, pero cada día mueren alrededor de 97 personas debido a la inseguridad. Habla de que vamos mejor, pero nunca habíamos estado peor. 

Las palabras se siguen distanciando de los hechos. Si un gobierno dinamita sus puentes y alimenta la polarización, sabemos que la opción de progreso se acabó. A este gobierno no le queda más por hacer, pero para desgracia de los mexicanos, todavía dará mucho de qué hablar. 

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

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