El cartero hacía sonar su ocarina anunciando la llegada de una carta o tarjeta postal, la cual traía noticias nuevas de los viajantes, la destinataria leía con atención las letras manuscritas, “Querida mamá, te escribimos desde esta bella Ciudad de México, ya visitamos la Villa y nos subimos a la Torre Latinoamericana…”
Fue parte de un ritual que los paseantes o turistas al arribar a una ciudad, después de alojarse, buscar el café o restaurante que le recomendaron para conocer la gastronomía del lugar, localizar la oficina de correos para enviar una postal con la imagen de un lugar típico de la población.
Las postales y las cartas, han entrado a una etapa de desuso, han quedado en el olvido, remplazadas por la tecnología digital, la cual permite enviar un mensaje en un abrir y cerrar de ojos, el romanticismo se extravió.
El número 48 de revista Artes de México, está dedicado a La Tarjeta Postal, en ella se lee, “Sin la discreta protección del sobre, la postal revela a los cuatro vientos -en su anverso y reverso- la relación que une a remitente y destinatario. Más allá de la elección de cierto paisaje o retrato, resultan elocuentes la caligrafía trazada en tiempos de mayor calma el lenguaje epistolar que suena distante y la disposición a armar un mensaje como si se tratara de un regalo que sobrevivirá más allá de la primera intención”.
Encontramos en el libro Recuerdo de México La tarjeta Postal Mexicana 1882-1930 de la investigadora Isabel Fernández Tejedo, lo siguiente, “En México, la primera tarjeta postal se edita en 1882 y, al igual que sus homólogas europeas, incluyen el franqueo: dos timbres de un centavo con la efigie de Benito Juárez …es hasta 1897 cuando aparece la primera tarjeta postal ilustrada con una pequeña fotografía del Castillo de Chapultepec o de la Catedral…”, impresas por Ruahland & Ahlschier.
Los investigadores Alejandra Osorio Olave y Felipe Victoriano Serrano, nos dicen en el libro Postales del Centenario UAM 2009, “…será durante el porfiriato que la tarjeta postal mexicana vivirá sus años de esplendo. De 1897 a 1910, la industria postal en el país alcanzó su producción más amplia y variada”.
Asiduos visitantes del mercado de antigüedades de La Lagunilla, Alfredo Sodi Orozco, va en busca de tarjetas postales y de libros, ha destinado 18 años a la cartofilia, su colección es de 1200 postales entre mexicanas y japonesas, de diversos temas entre ellos del Centenario de la Independencia, Primera Guerra Mundial, Alemania Nazi, Eróticas, en distintas técnicas, fotografía, grabados, impresiones cromolitografía, algunas remitidas al poeta Manuel José Othón o al fotógrafo Guillermo Khalo, entre otros.
Por su parte Jesús Medina Ayala, quien desde niño se aficionó a la colección de postales, su padre excelente librero y editor don Jesús Medina le regaló algunos álbumes y acrecentó su amor por ellas, entre sus miles de piezas con temas de la Revolución Mexicana, Fiestas del Centenario, calles y cromolitografías de edificios antiguos, integran su acervo.
Una postal con la efigie de Porfirio Díaz, se lee lo siguiente: El Caudillo que nos dio Paz y prosperidad. Septiembre 1912.
POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR
MAAZ