Una frase quedó retumbando en el salón de plenos del Senado hace un par de días. Fue de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad: “Los militares obedecen a militares…”.
El alcance de su dicho —a la par de la imagen del general secretario Luis Cresencio Sandoval sentado a su diestra en la tribuna del Senado— daba qué pensar más allá de la frase misma y del momento que se vivía (la oposición exigía rendición de cuentas por parte de las Fuerzas Armadas (FA) y criticaba la militarización del país).
Horas después de tales momentos, en charlas de sobremesa entre políticos, algunos plantearon:
-Si los militares no aceptan órdenes de los civiles —con excepción del Presidente de la República por ser su Comandante en Jefe—, ¿los imaginan acatando órdenes de una mujer, así sea la señora Presidenta?
Se hizo el silencio. Quedaron pensativos, mujeres incluidas. La fuerza del machismo –lo sabemos- es aún poderosa, sobre todo en ciertos círculos, como el de los militares.
Sus pensamientos tomaron rumbo, entonces, hacia las que podrían ser las preferencias de los uniformados para la sucesión presidencial. Y en algo coincidieron: Adán Augusto López Hernández está enfilándose para convertirse en el candidato de las Fuerzas Armadas.
Esto arrancó, apuntaron, en el momento que el secretario de Gobernación acordó con los priistas extender el plazo de la participación de los militares en labores de Seguridad Pública hasta 2028 y logró su aprobación (al 5° transitorio) en el Senado.
A partir de ahí, consideraron, el Presidente de la República bien podría haber considerado con más seriedad el golpe de timón: apuntalar con mayor fuerza a su secretario de Gobernación rumbo a 2024. Y eso explicaría la gira que le autorizó López Obrador para recorrer los 32 estados con el pretexto de apoyar la aprobación de la reforma constitucional en los Congresos estatales, cuando tienen la mayoría de ellos —más de los que se requieren— en el bolsillo. Así considerada esta gira, mostraría a Adán Augusto no sólo como una corcholata más (actualmente ocupa el tercer puesto, detrás de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard), sino que se habría convertido prácticamente en el candidato-vocero de los militares.
Y contra los del verde olivo, a como están las cosas en el gobierno de la 4T, difícilmente alguien les ganaría. Ni siquiera —mucho menos, si se impone el machismo— la consentida.
Por lo pronto, Adán Augusto metió el acelerador e izó otra de las banderas favoritas de AMLO: la confrontación. Y ahí va, en nombre de la militarización, pegándole a cuanto gobernador de oposición se le ocurre.
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GEMAS: Obsequio de Adán Augusto López al gobernador de Nuevo León, Samuel García: “La verdad es que sí, ellos (los norteños) son más trabajadores porque nosotros (los tabasqueños) somos mucho más inteligentes y es tradición que el que es más inteligente trabaja menos”.
POR MARTHA ANAYA
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