CAUSA COMÚN POR MÉXICO

Los dilemas del político católico

Estar con los jóvenes, también es un llamado para soltar el lastre del pesimismo encostrado por lo que pasa en el país. 

OPINIÓN

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Fernando Alberto García Cuevas / Causa Común por México / Opinión Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado sábado 8 del mes en curso recibí la generosa invitación de la Universidad La Salle, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, así como de la Academia de Lideres católicos, para participar en el Primer encuentro nacional de políticos católicos celebrado en las instalaciones de la propia universidad de Ciudad Nezahualcóyotl. 

Me pareció por demás interesante asistir y corroborar el interés y compromiso de múltiples personas, lideres e instituciones privadas interesadas sinceramente en contribuir a mejorar significativamente nuestra sociedad, mediante el cultivo y propagación de valores y trabajar para la generación de nuevos liderazgos jóvenes, que interactúan tanto en política, como en los diferentes espacios de la sociedad.

Las reflexiones y planteamientos realizados en las distintas mesas de trabajo en las que participaron lideres de distintas corrientes políticas, coincidieron en la necesidad de rescatar la sociedad del abismo de la pérdida de valores, ofrecer a las nuevas generaciones de lideres, distintas perspectivas para valorar la vida, reconocer la existencia como oportunidad para aprender y crecer como individuos, capaces de ejercer la libertad de pensamiento y acción.

Para el fomento de valores que permitan a los jóvenes desarrollarse en familia y en sociedad, es indispensable incluir solidaridad, justicia, respeto, dignidad, fraternidad y armonía entre otros más, que contribuyen de manera sana en las personas, para hacer el bien en cada momento de sus vidas, mediante el servicio a nuestros semejantes. 

Los jóvenes tienen hambre de saber, reconocer plenamente su valor como seres humanos. Anhelan trabajar con libertad para expresar sus sueños y luchar intensamente por su materialización. Los jóvenes naturalmente encarnan propósitos y grandes proyectos que convocan e inspiran.

La juventud necesita espacios amplios para expresar sus talentos, reclaman derechos para diseñar en libertad su propio futuro. No pocos estamos fraternalmente unidos y comprometidos con nuestra juventud.

Los jóvenes no quieren dádivas, quieren oportunidades para aprender y desarrollarse plenamente.

Los jóvenes reconocen con claridad, que humanidad, no se propaga con discursos de odio, tampoco con polarización, por el contrario, indispensable es, realizar la tarea individual y colectiva que a cada quién corresponde, para edificarla día con día, con dialogo, entendimiento y colaboración.

Los jóvenes reclaman espacios de participación con dignidad y respeto. Saben que no puedes hablar de república amorosa cuando lo que se divulga cada día es denostación contra los que no piensan igual a quien manda, tampoco si la posibilidad de intercambio de ideas y opiniones es inexistente. Tal parece que solo se observa como espectador, una escena más, de los diálogos de la vagina.

Los jóvenes saben muy bien de respeto y dignidad, de los ritmos de la naturaleza, de las enseñanzas que la propia vida ofrece día con día. 

Saben perfectamente que no podrás hacer beber agua a un caballo si no tiene sed. Conocen que un manzano no te dará frutos si antes no le brindas el cuidado esencial para evolucionar y cumplir con su natural propósito. 

Los lideres deben saber, que la libertad se cultiva con respeto a la dignidad de las personas, que la libertad se protege, con el escudo de la integridad de los ciudadanos. 

Que libertad se alimenta, con la práctica de valores humanos, que permiten la sana convivencia y la cooperación fraternal entre los hombres y los pueblos que forman nación.

Los jóvenes saben bien lo que quieren. Una vida libertad, respeto, oportunidades, educación, prosperidad, justicia, y seguridad. 

Los jóvenes saben muy bien, que el principal dilema que deben enfrentar los lideres políticos es, utilizar el ejercicio de la política para servir a la nación y a la humanidad, y no para satisfacer, sus más mezquinas ambiciones personales, del tipo que sean.

Los jóvenes quieren vivir plenamente con bienestar, y con la emoción de trabajar y hacer en el oficio y profesión que más les plazca, con responsabilidad y entusiasmo, alegría, y una sincera solidaridad humana, para con la vida y el planeta. 

Escuchar a los jóvenes mexicanos hablar emocionadamente de sus aspiraciones, de ser mujeres y hombres de bien, de confianza plena en ellos mismos y en la vida, simplemente es maravilloso.

Compartir y aprender de jóvenes con la auto estima personal bien puesta, es por demás estimulante. 

Ellos son portadores de la certeza, de que nadie puede contra Dios ni contra nosotros. 

Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? 

Luego entonces, impulsados por el poder de nuestras convicciones, podremos caminar por la vida, con la frente en alto y con absoluta certeza, de que la vida es una oportunidad para servir, para vivir con amor y gratitud. 

Escucharlos, vibrar con ellos, con la fuerza de sus convicciones y anhelos, simplemente es inspiracional. 

Estar con los jóvenes, también es un llamado para soltar el lastre del pesimismo encostrado por lo que pasa en el país. 

Es un llamado de atención, una carga de confianza, que confirma, que una mejor sociedad si es posible, y de que la poderosa vanguardia y ariete, para salvar nuestra comunidad nacional, son nuestros jóvenes mexicanos.

Ciertamente los políticos de ayer y hoy, deberán resolver cuanto antes, los dilemas del deber ser y del que hacer, con el inmenso poder que proporciona la política.

Contribuir al mejoramiento de la sociedad, o mal ocuparse de satisfacer ambiciones personales y egos, es un dilema por resolver, entre quién tiene conflicto con este anclaje.

La sociedad, especialmente los jóvenes, que no se resignan a lo peor, estudian, se preparan, debaten ideas, comunican con su ejemplo y palabra, hacen lo necesario y más, para conseguir una mejor sociedad humana en beneficio de toda la población.  Amor y gratitud, es igual a inmunidad.

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