DEFINICIONES

El mentiroso y el cubrebocas

El cubrebocas ha dejado de ser obligatorio, pero López-Gatell no ha dejado de mentir

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hugo López-Gatell era un desconocido hace dos años y medio, cuando la pandemia de COVID lo puso bajo el reflector. Desde entonces, sus yerros –que le dieron notoriedad- son incontables. También sus mentiras. 

Mintió aplanando la curva desde abril de 2020. Mintió asegurando que el “pico” llegaría en mayo de ese mismo año. Mintió hablando del fin de la pandemia en el Valle de México para finales de junio, también de 2020. Mintió sobre que no se necesitarían hospitales especiales para pacientes de COVID. Mintió señalando que el nuevo coronavirus era más leve que la influenza. Lo suyo ha sido siempre la mentira. Vaya, hasta su equipo mintió y ocultó su hospitalización durante su convalecencia en 2021. 

“No digo que no sirva, lo que digo es: sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve”, declaró el subsecretario, sobre el cubrebocas y su utilidad, hace casi dos años, a finales de octubre de 2020. Cantinflas se quedó cortó.

¿Y para qué ha servido Hugo López-Gatell? Para generar caos, desinformar, equivocar en cuanto pronostica o calcula, repartir culpas, maquillar la realidad… para eso sí salió muy bueno. Sus incontables desatinos, sus incansables errores e inentendibles ligerezas, han sido una oda a la desinformación e irresponsabilidad.

En su conferencia del 3 de abril de 2020 explicó que usar mascarilla no sirve para quienes buscan tener una defensa contra las partículas del virus Sars-CoV2. El 27 de ese mismo mes, sostuvo que “tiene una pobre utilidad o una nula utilidad”. El 29, insistió que “usar cubrebocas para prevenir COVID-19 no sustituye la medida más importante que es ‘quédate en casa’”. Y el 25 de mayo de 2020 aceptó que “en el tránsito a la nueva normalidad, el cubrebocas será una medida auxiliar para evitar la propagación”.

Esta semana, por fin, después de dos años y medio, el cubrebocas ha dejado de ser obligatorio en empresas y centros de trabajo lo mismo en espacios abiertos que cerrados. Pero como la palabra de López-Gatell no vale nada, y los lineamientos de la secretaría de Salud llevan siendo desoídos un par de años por los mexicanos, los cubrebocas siguen siendo forzosos en no pocos espacios. ¿Hasta cuándo?

La palabra del subsecretario no vale. ¿Por qué tendría alguien que escuchar a quien declaró a mediados de 2020 que México se encontraba al mismo tiempo en el “pico de contagios”, “la fase de mayor propagación del virus” y el “aplanamiento de la curva”? Todo ocurría, según él, de manera simultánea. 

Los datos de la subsecretaría de Salud nunca resistieron la mínima revisión. Hubo desfase en los tiempos, los números no cuadraron, las cifras bailaron. No coincidían los registros de casos positivos y decesos, tampoco fueron atinadas las estimaciones. 

El reconocimiento público que tanto goza, no es a su habilidad ni competente trabajo por evitar muertes, sino a sus inconsistencias y cúmulo de fallas, que han engarzado eslabones de una cadena de errores. 

El cubrebocas no es obligatorio ya, pero la sociedad requiere que alguien más lo diga, porque a López-Gatell casi nadie le cree.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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