COLUMNA INVITADA

En los mares de la educación

Todos sabemos que las escuelas empiezan el año en condiciones complicadas, con los casos de COVID-19 en aumento e incertidumbre en el regreso a clases

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con enorme gratitud hacia el comité editorial de El Heraldo, les doy la bienvenida a este espacio sobre educación. En él, cada 15 días plantearé ideas que ponen en el centro de la discusión el proceso cotidiano de enseñanza-aprendizaje, más allá de los aspectos políticos que suelen dominar la conversación pública sobre el tema. Todos sabemos que las escuelas empiezan el año en condiciones complicadas, con los casos de COVID-19 en aumento e incertidumbre en el regreso a clases. También, que la pandemia ha afectado el aprendizaje de los estudiantes, pero la magnitud del problema no siempre se dimensiona.

En los últimos dos años, los estudiantes han pasado por varios modelos de formación. Hasta el fin del ciclo escolar 2020-2021, predominó la educación a distancia con programas como Aprende en Casa; en el ciclo escolar actual, la mayoría de las escuelas ha adoptado un modelo híbrido o presencial (escalonado o completo). Esto quiere decir, por ejemplo, que una niña que al inicio de la pandemia iba en preescolar y cuya escuela usa un modelo híbrido entrará a tercero de primaria el próximo ciclo escolar sin haber asistido a clases presenciales en toda su vida. De igual forma, es probable que un adolescente que en marzo de 2020 iba en sexto de primaria llegue al último grado de secundaria sin haber tomado cursos de este nivel continuamente en la escuela.

Las consecuencias de esta accidentada trayectoria escolar se pueden resumir en tres puntos.

El primero es el rezago educativo. La educación a distancia frenó el aprendizaje y la modalidad híbrida no es suficiente para recuperar el tiempo perdido. Los docentes de las escuelas que han retomado clases presenciales se han encontrado con alumnos que no dominan los aprendizajes fundamentales de grados anteriores y tienen dificultades para adaptarse a la nueva normalidad.

El segundo es la profundización de las desigualdades. La pandemia ha afectado de manera desproporcionada a los estudiantes de familias con menos recursos económicos y educativos, en particular a quienes no tienen acceso a internet.

El tercero: el abandono escolar. Uno de los grandes retos ha sido dar seguimiento a los estudiantes que no regresaron a la escuela. Más que una crisis, es una catástrofe educativa cuyas secuelas apenas empezamos a vislumbrar. Urge construir diques para evitar que las lagunas de conocimiento sigan avanzando.

POR ANTONIO ARGÜELLES (CON LA PARTICIPACIÓN DE FRANCO BAVONI Y LUCERO NAVA)
COLABORADOR

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