EL CASCABEL AL GATO

La Revocación de Mandato como idea política

La activación de este mecanismo es una ocasión perfecta para que este derecho adquiera su carta de naturalización como parte de la cultura democrática

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / El Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de México

En la intensidad actual del debate público, se corre el riesgo de perder de vista la sustancia del asunto. Como una de esas olas bravas del pacífico, si nos distraemos, la espiral de refutaciones y réplicas nos va alejando del problema inicial, y muchas veces perdemos de vista la costa en la cual nos adentramos a la discusión. El caso de la Revocación de Mandato no escapa a esta situación. 

Entrampada en una confrontación política en la cual la oposición se ha centrado casi exclusivamente en la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Revocación de Mandato es un nuevo derecho constitucional sobre el cual es necesario reflexionar.

La activación de este mecanismo, luego de alcanzar la cantidad de firmas requeridas por la ley, es una ocasión perfecta para que este derecho adquiera su carta de naturalización como parte de la cultura democrática de nuestro pueblo.

La ocasión amerita hacer el esfuerzo para asomar la cabeza por fuera del agua, establecer una conversación colectiva sobre este mecanismo e identificar cuál es el núcleo sustancial de la discusión ¿cuál es la función de la revocación y cómo se relaciona con nuestra experiencia democrática?, ¿cuál es el problema al que intenta dar solución?

La Revocación de Mandato es un instrumento de control popular de la función de gobierno. Como institución moderna, es tan vieja como la democracia representativa, y, de hecho, surge para intentar solucionar uno de sus problemas estructurales. El riesgo percibido era que los representantes obtuvieran tal autonomía de acción respecto a sus representantes que la democracia degenerara en una nueva forma de oligarquía.

La historia de la revocación como idea política comienza ahí, y con el objetivo expreso de evitar que los representantes se desligaran del resto del pueblo y se convirtieran en una casta privilegiada. No es necesario advertir la significación que esto tiene para la democracia en México.

En un país en el cual los Presidentes simplemente “no renuncian”, pues siempre se privilegió más la estabilidad del régimen frente a la responsabilidad política, la Revocación de Mandato es un elemento fundamental en la construcción de una verdadera democracia popular.

No deja de ser llamativo que los mismos que reivindican los contrapesos y la rendición de cuentas son ahora los que se oponen más decididamente a la activación de este mecanismo. Amparados en una confrontación personal con el Presidente, es posible que la incomodidad que demuestra este sector de la oposición se explique por el sujeto político al cual la Revocación de Mandato le otorga el derecho de actuar: el pueblo organizado electoralmente.

Al parecer, cuando el pueblo es el que actúa como contrapeso, se trataría de populismo y demagogia y ya no del engrosamiento de las instituciones democráticas. Es por ello que, en última instancia, la Revocación de Mandato es una discusión sobre el tipo de democracia que queremos para el futuro.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
COLABORADOR
@ADRIAN.VELARAM@GMAIL.COM

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