DES... PROPÓSITOS

Beijing: Juegos Olímpicos y Trasfondo Político

El sistema represivo y antidemocrático se ha exacerbado, generando grandes descontentos, sobre todo en la población joven

OPINIÓN

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Agustín García Villa / Des... Propósitos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Bajo el lema “Juntos por un Futuro Compartido”, en febrero se escenificarán los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing; será un evento en el que Xi Jinping tratará de mostrar al mundo la creciente fuerza y el potencial económico del país asiático, a la vez de enaltecer el orgullo nacionalista de sus coterráneos, como maniobra para aminorar el descontento político-social en algunos estratos sociales de su país.

El 2022 es para Xi un año crucial en su destino político, tras la culminación de los juegos, se iniciarán los preparativos para la celebración del XX Congreso del Partido Comunista Chino, en el que se espera se apruebe un tercer mandato, lo que lo convertirá, después de Mao Zedong, en el líder más perdurable del país.

Si bien China se ha transformado económicamente en los últimos 30 años, sacando de la pobreza a un importante número de familias, también es cierto que el sistema represivo y antidemocrático se ha exacerbado, generando grandes descontentos sobre todo en la población joven que, a la fecha, tiene muy presente los acontecimientos de la Plaza Tianamen (1989) mismos que se hacen todavía más vigentes al presenciar los acontecimientos represivos, de censura y violación a los derechos humanos en Hong Kong; en Xinjiang, tierra de los Uighures, el Tibet y muchos otros lugares.

Ante la presión política de una gran capa de la población china que, no obstante ciertas mejoras económicas, se siente permanentemente vigilada y sojuzgada como en las épocas Maoístas de la Revolución Cultural (1966-1976), Xi ha retomado y puesto en marcha una estrategia política que enaltece la filosofía Maoísta, olvidada por más de 30 años, promoviendo, por una parte, una mayor igualdad económica y, por la otra, buscando convencer a sus opositores de su inescrutable liderazgo, erigiéndose como un fiel seguidor de la doctrina Marxista-Leninista- Maoísta.

Xi busca consagrar el éxito económico de su país, lo cual se ve empañado al observar las desigualdades, en lo que se supone debería ser una sociedad sin clases. Es abominable atestiguar, sobre todo en las grandes urbes chinas, las tremendas disparidades sociales de quienes se han beneficiado del desarrollo del “comunismo al estilo chino” y de quiénes aún viven en la pobreza.

La corrupción es otro asunto que sigue vigente. Por sólo mencionar un caso muy sonado en los últimos meses y a colación de los Olímpicos, es el relacionado con la famosa y hoy ocultada tenista china Peng Shuai (35 años) que llegó a ser la número uno del mundo en dobles, y quien recientemente denunció haber sido violada en 2014 por el exvicepresidente Zhang Gaoli (75). El asunto ha generado tal indignación que la propia Asociación Mundial de Tenis de Mujeres (WTA) ha suspendido todos sus torneos en China como protesta a lo revelado.

Otro suceso no menos importante y que también deja muy mal parado a Xi en su afán por sorprender al mundo, es que el lugar a donde se llevarán a cabo los juegos de invierno no registra los niveles de nieve requeridos, por lo que se ha visto en la necesidad de recurrir a métodos artificiales de producción, contrarios a la lucha contra el calentamiento global y los compromisos de reducción de emisiones, hecho que se teme, podría incluso generar protestas entre los propios competidores.

La celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno no parece ser sino una demostración más de Xi Jinping por hacer alarde de los logros de su administración que inició en 2012, y por lograr su tercera elección en el último trimestre del año. Por lo pronto, y no obstante la inasistencia de funcionarios de primer nivel de EU, Australia, Canadá y el Reino Unido a la inauguración de los juegos el próximo 4 de febrero como protesta a la violación de derechos humanos y las libertades, Xi estará acompañado en por su correligionario Vladimir Putin, presidente de Rusia.       

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM

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