LÍNEA DIRECTA

Los radicales

Lo cierto es que Morena no posee ni la disciplina, ni los espacios para que los contendientes se sometan a decisiones no pactadas

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La construcción de MORENA como partido político suponía la creación de una alternativa de izquierda bajo el mando exclusivo de López Obrador, capaz de desarticular a su base original en el PRD, lo cual consiguió, y erigirse como la opción de triunfo en el 2018, objetivo también logrado. Lo que no previeron sus fundadores fue que la debacle priista y uno que otro oportunista blanquiazul, serían un motor de cooptación de sectores desde la extrema derecha, hasta la extrema izquierda del espectro político nacional.

Este nuevo PRI, que recuerda más a su antecesor Partido de la Revolución Mexicana bajo el control de Lázaro Cárdenas del Río, vive hoy un proceso de movilización interna que podría rebasar al propio caudillo tabasqueño. La acción de los radicales del partido, cilindreados por el propio Presidente quien declaró que “correrse hacia el centro es un error”, provoca un enorme temor en aquellos que se creyeron la imagen moderada de AMLO durante el periodo electoral.

En una reciente entrevista otorgada por Ricardo Monreal a Roberto Zamarripa en Reforma, el senador insiste en cuestionar la sucesión presidencial adelantada por el propio primer mandatario la cual ha causado a su parecer “divisiones internas, diferencias profundas que pueden conducir a confrontaciones políticas insalvables”. Y al referirse al auge de los extremistas en MORENA, Monreal dice:”los que creen que siendo más radicales pueden obtener el cargo se equivocan… porque no va a quedar país para nadie”.  

La advertencia del zacatecano va en línea con la postura de un López Obrador empecinado en hacer aprobar su reforma eléctrica, lo que sería un triunfo para los sectores más cercanos a un nacionalismo de izquierda sin límite alguno. Por supuesto que para lograrlo requeriría el apoyo del propio Monreal en el Senado, lo que se vislumbra como el momento de la ruptura definitiva.

Cuando Lázaro Cárdenas eligió a Ávila Camacho como su sucesor y no al General Mújica, lo hizo pensando en la viabilidad del propio proyecto revolucionario y en los riesgos de una radicalización mayor si este ultimo hubiese llegado al poder. No parece ser así la lógica del actual presidente, quien insiste en apretar la maquinaria de Estado al límite faltando dos años y medio para la elección presidencial.

No sabemos todavía cuál será la reacción de Marcelo Ebrard ante una eventual designación del radicalismo morenista en la figura de Claudia Sheinbaum, pero lo cierto es que MORENA no posee ni la disciplina, ni los espacios para que los contendientes se sometan a decisiones no pactadas. Mientras tanto, los radicales festejan.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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