La concentración de la vacunación en manos del gobierno ha causado una mayor desigualdad entre la población.
Si el Ejecutivo federal permitiera la vacunación más allá de los centros de salud o de los macroquioscos, a través de las farmacias o los supermercados, la gente tendría no solamente mayor posibilidad de sobrevivir a la pandemia de coronavirus, sino igualdad de oportunidades para contenerla.
Más de un año después del inicio de la vacunación en el mundo, seguimos esperando que el gobierno apruebe un esquema para todas las edades.
En octubre del año pasado, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, afirmó que él no vacunaría a sus nietos, ya que la inoculación podría perjudicar el aprendizaje inmunológico de los niños.
Días después, hace tan sólo tres meses, el gobierno modificó la Política Nacional de Vacunación contra COVID-19 para incluir solamente a personas de entre 12 y 17 años con ciertas características que incrementarían su nivel de letalidad.
Es decir, a aquellos que por determinadas cuestiones de salud podrían perder la vida si llegaran a infectarse. Los demás, no.
El 21 de diciembre de 2021, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, informó que en México no se consideraría aplicar vacunas para menores de 15 años.
El funcionario federal declaró que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no había emitido ninguna recomendación para adoptar esta medida. Lo que en realidad dijo el comité de expertos de la OMS es que era beneficioso, pero no urgente.
Sin embargo, en mayo del año pasado, el gobierno de Estados Unidos autorizó el uso de emergencia de la vacuna de Pfizer y BioNTech en niños y adolescentes.
En ese entonces habían muerto alrededor de 300 personas menores de 18 años en ese país. López-Gatell afirmó que el gobierno estaba muy agradecido con Estados Unidos porque le han regalado a México alrededor de 11 millones de dosis. ¿Dónde están esas vacunas?
Es difícil, riesgoso y costoso trasladarse a los quioscos de vacunación, llevar a los adultos mayores, hacer largas filas, esperar por el turno entre la multitud.
Centenares de personas que tuvieron la posibilidad de vacunarse en Estados Unidos gastaron en promedio 30 mil pesos para viajar, sobre todo porque no había vacunas, mucho menos para todas las edades en México.
La desigualdad no solamente se trata de riqueza o de ingresos, sino también de la expectativa de vida, de la facilidad que tiene la población para acceder a los servicios de salud.
Pudiendo colocar las vacunas al alcance de todos, este gobierno decidió concentrarlas en su poder.
En consecuencia, entre los datos del Inegi y el Institute of Health Metrics and Evaluation, hasta hoy han muerto entre 522 mil y 700 mil personas en México.
POR JORGINA GAXIOLA
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