CAMINAR EN LA LUNA

Bajo la Luna Nueva

¿Qué mayor fortuna que sentir que eres parte de algo que te supera y que contribuye a mejorar el planeta?

OPINIÓN

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Adriana Azuara / Caminar en la luna / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

¿Qué mayor fortuna que sentir que eres parte de algo que te supera y que contribuye a mejorar el planeta? Esa es la sutil diferencia entre consumir bienestar o compartirlo. 

Mi escapada de este mes fue a mi refugio favorito: un lugar de desconexión, con poco acceso a internet, buenas olas para surfear, comida deliciosa y mucha sencillez. Chacahua, en las costas de Oaxaca, es el lugar donde me rindo ante la naturaleza y me permito ser yo en todo mi esplendor.

Una de las tendencias que definirán nuestra manera de viajar este año es aquella que busca experiencias más lentas, menos destructivas y más conscientes. Es un estilo de viaje regenerativo que propone dejar los lugares que visitamos mejor de como los encontramos, involucrándonos con la comunidad y el medio ambiente… y Chacahua nos presentó la oportunidad ideal 

Descubrimos un campamento de tortugas, operado por dos biólogos voluntarios y una familia local, quienes, debido al recorte de recursos gubernamentales, operan desde la precariedad, la buena voluntad y la disciplina. Saben que tendrán que buscar los mecanismos para obtener los recursos necesarios si desean que sus proyectos ecológicos se desarrollen pero, en esta transición, han quedado armados sólo con ideales y manos para trabajar el refugio que crearon para las tortugas marinas que anidan en la bahía. 

Rápidamente, notaron mi interés y me ofrecieron acompañarlos al recorrido nocturno de recolección de huevos. Fue una experiencia hermosamente abrumadora. Cada paso fue especial, conmovedor, y lleno de descubrimientos. Los involucrados hacen equipos para salir todos los días entre 9:30 y 3:30, y recorrer, aproximadamente, 17 kilómetros de playa en busca de nidos y tortugas desovando, para recolectar los huevos, llevarlos al corral, “sembrarlos”, contarlos, marcar el nuevo nido con fecha, especie, y número de huevos, juntar a las pequeñas tortugas que hayan nacido durante el día y liberarlas al final del recorrido o al caer la noche del día siguiente para darles mayor oportunidad de sobrevivencia.

A bordo de una cuatrimoto, con linternas, palos y bolsas de plástico, salimos mi primo y yo bajo un cielo de luna nueva repleto de estrellas. Lo primero que me sorprendió fue la pericia de nuestra guía para localizar las huellas de las tortugas que habían desovado y el punto exacto para cavar. Tres especies desovan en esta bahía: la golfina, la prieta y la laúd, que todo el mundo quiere presenciar.

Encontramos cerca de ocho nidos y vimos desovar a una golfina y una prieta antes de que se nos ponchara una llanta y Berta, nuestra experta, mandara a mi primo en la cuatrimoto a buscar a su marido con la esperanza de que, bajo menos peso, el vehículo llegara a su destino, mientras nosotros terminamos de recolectar los huevos de la tortuga prieta que estaba en labor. Cruzar el terreno hasta la playa en donde nos recogerían, armadas con palos para defendernos de los hueveros que, furtiva e ilegalmente, saquean los nidos, fue una aventura en medio de la obscuridad. En el campamento terminamos el proceso de conteo, clasificación, fechado, y excavación de nidos. Y, encima, habían nacido más tortugas así que fuimos a soltarlas al mar. 

Esa noche cubierta de estrellas sentí mi corazón hinchado de alegría y esperanza. Estas son las cosas que le dan sentido a la vida. Cada tortuga que llegaba al mar me sacaba una lágrima de felicidad. Fue un regalo de año nuevo inolvidable.

*Para conocer más sobre los trabajos de conservación de tortugas marinas en Chacahua y preguntar cómo puedes apoyarlos, visita Campamento Tortuguero Bahía de Chacahua en Facebook.

POR ADRIANA AZUARA
@ADRYAZUARA

MAAZ