DE LEYENDA

El mercado

La temporada de fichajes es una extensión del juego, y acá te cuento por qué

OPINIÓN

·
Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hay muchas teorías sobre el asunto. Una muy interesante es que la industria del futbol es tan grande que hay medios de comunicación, completos, dedicados a ella; además de las secciones en otros que son de contenido más variado. Para todos ellos, la ausencia de noticias a las que obliga el descanso entre temporadas es tan problemática, que han contribuido a producir un espectáculo lleno de drama, intriga, terror, esperanza y tragedia.

Cualquiera que sea la razón estamos enganchados. Nos llenamos de adrenalina y expectativas, hacemos cálculos, revisamos las redes y los programas de análisis. Los contenidos son sencillos: nombres, equipos, posiciones para tal o cual estrategia; posibles movimientos en cadena y cifras, enormes cifras, cantidades absurdas que nos hacen preguntarnos hasta dónde se puede llegar.

También hay humo, densísimo y en enormes cantidades. Así que hemos aprendido a ser cautelosos; elegimos a quién escuchar o leer y somos desconfiados. Cuando oímos una noticia estrambótica esperamos, revisamos, requerimos confirmación. Y suele funcionar; siempre hay noticias demasiado raras para ser verdad. ¿Se imaginan a Messi en el Real Madrid o a Cristiano en el Barcelona? Pues sí, hubo rumores de que eso pasaría.

Reformulemos: casi siempre. Este año, una larga cadena de sucesos impensables se dieron. Sabemos que todo empezó el 4 de agosto, cuando el rumor de que Messi se iba del FC Barcelona empezó a circular. Aún estamos procesando la serie de eventos ocurridos entre el aterrizaje de Leo, en el aeropuerto de la ciudad catalana, para firmar un contrato con el equipo de su vida, hasta su debut vistiendo la playera del PSG. Incluso, muchos son desconocidos y a más de un mes no siguen intrigando, tanto, que seguimos palabra a palabra la reciente entrevista de Joan Laporta, el presidente del Barça, buscando nuevas pistas o confirmaciones y sí, también consuelo.

Sabemos en este punto que esa no fue la sorpresa más grande de la temporada. Sergio Ramos ahora es compañero de equipo del argentino, tras su intempestiva salida del Real Madrid.

Romelu Lukaku salió del Inter de Milán rumbo al Chelsea inglés, donde ya había jugado; Jack Grealish, la perla inglesa, llegó al Manchester City, con la transacción más alta hecha por un jugador inglés en la historia; Antonie Griezmann se fue del club blaugrana y volvió al Atlético de Madrid el último día de fichajes. Raphael Varane pasó de merengue a diablo.

El Manchester United, por cierto, tiene de nuevo a Cristiano Ronaldo para felicidad de su afición y probable alivio del jugador y de la Juventus. Los últimos días del mercado estuvieron saturados por ese complicado triángulo amoroso formado por Kylian Mbappé, el PSG y el Real Madrid. Y me parece que, al final, ese caso revela de que va de verdad todo el asunto.

La temporada de fichajes es una extensión del juego; los protagonistas en esta ocasión no son los jugadores, sino los directivos; esos hombres de traje, saco y corbata que normalmente miran el show desde sus palcos, mientras planean, maquinan, cuentan y pulen sus habilidades de negociación.

Podría pensarse que el dinero es la ventaja que cuenta y sí, muchas veces es un factor decisivo; de hecho, parece que quieren que todos pensemos que es así. Sin embargo, en muchas ocasiones la secrecía, la creatividad, la astucia, la integridad y la visión también cuentan. Que se lo digan al Barcelona o a La Juve.

Para alivio de todos, el mercado ha terminado esta temporada, y las piezas, nos guste o no, han caído. La pelota regresa a los pies de los jugadores, al menos de aquellos que tienen equipo y son considerados por su director técnico.

Regresemos los ojos a las canchas verdes y dejemos que los directivos sigan sacando cuentas y proyecciones; ya tendrán su oportunidad de brillar de nuevo el próximo año.

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@Gus23258924

MAAZ