PASIÓN POR CORRER

¿Por qué unos sí y otros no?

Las comparaciones son odiosas, pero ante el contraste de las actuaciones de México en Juegos Olímpicos y Paralímpicos compartimos varias interrogantes

OPINIÓN

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Rossana Ayala/ Pasión por correr/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con el cierre de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y el récord de los deportistas mexicanos que se trajeron 22 medallas, superando sus participaciones en los Juegos de Río y Londres en 2016 y 2012, ocupando el lugar número 20 del medallero internacional, hay todo un motivo de orgullo y reconocimiento para el esfuerzo de estas mujeres y hombres que, luchando contra tanta adversidad y dificultades en su propio país, salen al mundo a competir y a ganar sin ningún tipo de pretexto ni justificación.

Yo siempre he creído que las comparaciones son odiosas y que, en muchos casos, demeritan y lastiman siempre a una de las partes, pero ante las diferencias abismales entre los resultados obtenidos en Tokio por nuestra delegación olímpica y paralímpica, se hace necesaria una pregunta de la que, anticipo, no tengo toda la respuesta ni los argumentos técnicos, psicológicos o deportivos, pero sí tengo, como muchos mexicanos, un punto de vista sobre un tema que creo necesario ventilar y debatir.

Los más expertos dirán que no es posible comparar las condiciones, el nivel de competencia o los apoyos oficiales o privados que se reciben, o que no se trata de demeritar o cuestionar el enorme esfuerzo personal y humano que tienen que realizar nuestros deportistas olímpicos; y aún cuando pueda estar de acuerdo, al final es inevitable llegar al punto en el que vemos la cosecha de medallas: 22 para nuestros atletas paralímpicos, 7 de oro, 2 de plata y 13 de bronce, para un lugar 20 en el medallero de esos Juegos, contra cuatro de bronce para los olímpicos, y un penoso lugar 84 en esta clasificación.

Y de verdad, no quiero en ningún sentido cuestionar el esfuerzo sobrehumano y los muchos obstáculos, privaciones, dificultades y falta de apoyos que tienen que enfrentar nuestros deportistas olímpicos. No tengo ninguna duda de que todos y cada uno de ellos se esfuerzan al máximo y dan todo lo que tienen, incluso años de su vida, para prepararse, subir su nivel, lograr una marca olímpica y llegar hasta unos Juegos como los de Tokio, donde ninguno de ellos llega con la idea de perder, sino de obtener el oro y convertirse en leyendas. Pero los mismos obstáculos, las mismas dificultades y problemas, exactamente la misma falta de apoyo, aunque con un doble esfuerzo sobrehumano, enfrentan los deportistas paralímpicos mexicanos que, con mucho menos reconocimiento y difusión, llegan también a competir con los mejores del mundo en sus respectivas disciplinas.

¿Y entonces, cuál es la diferencia entre unos y otros, si ambos grupos son mexicanos, enfrentan las mismas dificultades y falta de apoyos, los dos se esfuerzan al máximo y sienten el orgullo de representar a su país; vaya, si los dos tienen el mismo ADN en la sangre y la misma mentalidad de mexicanos?

¿Dónde está entonces eso que a unos les da para esforzarse, vencer obstáculos, aguantar presiones y maltratos de sus federaciones y del gobierno, pero a la hora de llegar al momento decisivo se quedan a unas milésimas de segundo, a un punto de la clasificación o, de plano, no alcanzan ni a meterse a las finales, mientras a los otros, las mismas condiciones adversas parecen impulsarlos a llegar a la meta y a vencer a sus rivales para cosechar medallas de los tres metales?

Aunque una de las mayores consignas en el deporte paralímpico es nunca compararlo con el convencional, los éxitos de la delegación mexicana en Tokio nos llenan de orgullo y nos muestran a hombres y mujeres para los cuales hacer deporte es como su día a día: siempre forzando hasta el límite todas sus posibilidades para derribar muros de todo tipo, físicos, mentales, sociales y culturales, para así sobrevivir en un país en donde, para ellos, todo significa un reto. 

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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