MALOS MODOS

Sobre el duelo

Un libro al que no hay que acercarse en busca de aliento, o no al menos para encontrar fórmulas o consejos que te ayuden a transitar por la tristeza

OPINIÓN

·
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A Chimamanda Ngozi Adichie se le murió su padre de golpe, por sorpresa, durante el confinamiento, que probablemente sea el peor momento para perder a alguien porque a la pérdida se suma la distancia. Ahí está el origen de Sobre el duelo, un libro al que no hay que acercarse en busca de aliento, o no al menos para encontrar fórmulas o consejos que te ayuden a transitar por la tristeza.

Y es que no las hay, al menos para quienes no creemos en una vida después de la muerte, como me parece que es el caso de Chimamanda. En casa perdimos a mi madre no exactamente de golpe, porque el cáncer, que no tiene palabra, la había disminuido en unas cuantas semanas cuando se suponía que estaba bajo control, pero sí mientras pensábamos que todavía estaba en condiciones de darle batalla por un tiempo, y la perdimos durante la pandemia, como la familia de la autora, de modo que tampoco hubo manera de decir adiós. Así que reconozco cada uno de los rasgos del duelo que define Chimamanda. Rasgos que no, no son bonitos. El duelo, en efecto, está lleno de esa rabia que se suma a la tristeza.

También, de impotencia. No hay modo, estrictamente, de superar la pérdida, y hay que resignarse a dejar que el pensamiento evite las honduras, que se limite a sobrevolar a ratos e incluso a evadirse de plano, porque la alternativa, como dice Sobre el duelo, al enfrentar lo irrevocable de la muerte, es el nihilismo: aceptar sin más el hecho de que nada tiene sentido. Por último, el duelo está lleno de evidencias de que el lenguaje es impotente.

A diferencia de Chimamanda, yo les diría que los pésames ayudan: el cariño y la mera consideración de tu entorno son conmovedores y hasta reconfortantes. Pero es cierto que las palabras no llegan ni a rasguñar la experiencia de la muerte. Porque el muerto ni está descansando, ni está en un lugar mejor, ni vivió lo suficiente, por mucho que haya vivido largamente.

Ya sé que estas notas son demasiado penumbrosas como para un domingo. Pero sí, sí se asoma la luz en Sobre el duelo. ¿Cómo? Primero, por la imagen adorable que nos deja la autora de su padre. Novelista, cuentista, ensayista, reconocida figura del feminismo contemporáneo, Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977) hace un retrato conmovedor, sutil, entrañable, de su muerto, un académico de modos amables, un envidiable humor amortiguado, una admirable firmeza moral llena, sin embargo, de suavidad y un carácter contenida, pero eficazmente cariñoso.

Enseguida, se hace la luz, porque tal vez la única manera de enfrentar el duelo, al margen de los formalismos y los optimismos absurdos, sea justamente así: con la comprensión implacable, brillante, precisa de estas páginas. Y es que, a fin de cuentas, puede ser que el lenguaje no sea tan impotente. Es cosa de usarlo cómo esta escritora extraordinaria.

POR JULIO PATÁN

JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 

@JULIOPATAN09

MAAZ