COLUMNA INVITADA

Una cumbre fallida y vacía

Lo único claro (en la Celac) es la reprobable alineación de México con los peores regímenes de la región

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Editorial / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En el plano de la diplomacia y en la labor de vincular a México en el concierto de las naciones, este gobierno ha cometido tropiezos y desaciertos muy significativos. Ejemplos sobran: desde los reclamos a España por actos cometidos durante la conquista, hasta aquella indigna visita para reconocer y aplaudirle al entonces presidente Donald Trump, quien no dejaba de agraviar a nuestros connacionales en cada oportunidad que tenía. También tiene un lugar especial en este recuento el error de aplazar el reconocimiento al triunfo del hoy presidente Joe Biden, tensando innecesariamente la relación bilateral.

Pero lo sucedido la semana pasada, en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no tiene precedente por varias razones. Por supuesto, en primer lugar, por el trato deferencial brindado a los dictadores Díaz-Canel y Maduro, quienes utilizaron la visita para impulsar sus agendas y presumir que a pesar de la miseria y represión en la que tienen a sus pueblos, todavía hay gobiernos –como el nuestro, vergonzosamente– que les abren la puerta y los ven con buenos ojos. 

No menos importante fue el hecho de que los mandatarios de los países con mayor peso económico y político –Argentina, Brasil, Chile y Colombia– desairaron la invitación y decidieron no participar personalmente, restando relevancia a los ya de por sí vacíos acuerdos que se alcanzaron. Por supuesto, tampoco pasaron desapercibidos los múltiples señalamientos y acusaciones de AMLO, cargados de una trasnochada retórica contra Estados Unidos –nuestro socio estratégico más importante– para mandar todas las señales, abiertas y veladas, de cercanía ideológica con los gobiernos de Cuba o Venezuela.

Sin embargo, la falta de sustancia y objetivos claros de la reunión, quedó expuesta en el llamado que López Obrador realizó a “construir algo parecido...a la Unión Europea”. ¿Por qué? Porque demuestra el enorme desconocimiento de las circunstancias específicas –políticas, económicas, históricas e incluso geográficas– que permitieron a las naciones europeas emprender dicho proceso de integración, a partir de la voluntad de los Estados a someterse a un ámbito de decisión supranacional en múltiples temas.

Es decir, AMLO, el defensor de un malentendido nacionalismo y la no intervención, ¿estaría dispuesto a ceder autonomía y soberanía en temas de política económica, financiera o monetaria, solo por mencionar algunos, a las hipotéticas instituciones de esta nueva Unión Latinoamericana? ¿Se permitirá el libre tránsito de las personas, a las que hoy se les persigue, golpea y regresa en camiones a la frontera?

Países como Venezuela, Cuba o Nicaragua ¿adoptarían sistemas democráticos, permitiendo que sus habitantes gocen de las libertades básicas –políticas y de expresión– por las que hoy se les tortura y encarcela? No, por supuesto que no. Este llamado a la unidad y a la integración fue, como es la práctica de este gobierno, un llamado vacío; una aspiración carente del mínimo interés real, y ni se diga del entendimiento, la visión y planeación, para generar un proceso de esta naturaleza.

En suma, la improvisación, las ocurrencias y la falta de sentido estratégico en el manejo de la cumbre la convierten, sin duda, en un acto no solo vacío, sino también fallido; en el que lo único claro es la reprobable alineación de nuestro país con los peores regímenes de la región. Una vez más, el dogmatismo y cortoplacismo le pasarán factura a los intereses de México en su política exterior.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
COLABORADOR DE EL HERALDO DE MÉXICO
@GUILLERMOLERDO

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